La primera elección judicial en la historia de México se vivió, en apariencia, como cualquier domingo tapatío. Calles casi vacías, el calor seco del mediodía y ese letargo propio de una ciudad que reposa. Pero algo era distinto. Aquí y allá, entre casas y edificios, aparecían lonas discretas que marcaban la ubicación de casillas.
Adentro, tres funcionarios del INE y algunos observadores aguardaban en silencio a los votantes, muchos de los cuales llegaban con más dudas que certezas: sin claridad sobre cómo ejercer su derecho ni por quién decidir entre tantos nombres desconocidos.

La jornada transcurrió sin incidentes. Todas las casillas fueron instaladas como estaba previsto, y aunque las seis boletas resultaban intimidantes —decenas de nombres, cargos técnicos, papeletas distintas para cada rama del Poder Judicial—,el proceso podía completarse en menos de quince minutos, sobre todo si se llevaba alguna guía impresa o compartida por redes.
Para María Luisa, sin embargo, votar fue difícil. “No le sé muy bien al teléfono y no hallaba cómo buscar. Me tardé más de diez minutos, pero quiero que esto cambie, porque ya no es justo que pasen tantas cosas tan difíciles”. A su lado, Elizabeth resumía: “Todo es nuevo, y,lo nuevo siempre cuesta un poco más”.
Quienes sí llegaron preparados, como María de los Ángeles, sabían lo que hacían. “Había que leer bien los nombres, su currículum, y votar por números”. En contraste, Andrés, vecino de la colonia Vallarta Poniente, admitía: “Voté de tin marín, no me di tiempo de investigar”.
En medio de esas experiencias, la elección se volvía también una radiografía de lo que somos: ciudadanos entre la convicción y la confusión, entre la apatía y la esperanza.
Mientras en las casillas algunos trataban de descifrar los cargos de la Suprema Corte, el Tribunal Electoral, el nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, los Tribunales Colegiados y los Juzgados de Distrito, en el Centro de Guadalajara se vivía otra forma de participación. Alrededor de 450 personas marcharon desde el Museo del Periodismo hasta la Plaza de Armas, encabezadas por un ataúd de cartón con el símbolo de la justicia y listones negros.
Una procesión fúnebre por el Poder Judicial. Marisol Rivas, del Instituto Federal de Defensoría Pública, fue tajante: “Esto no es democracia, aunque se quiera vender como tal”. Cuestionó que las boletas no utilizadas no se destruyeran en sitio y que el conteo se hiciera en juntas distritales.
“Esta reforma no garantiza el acceso a la justicia. La verdadera transformación tendría que comenzar por reformar las fiscalías”.
En Jalisco, detalló, solo hay doce asesores de defensoría pública para todo el estado. Así, dijo, es imposible garantizar defensa a quienes no pueden pagar un abogado. Recordó que las protestas se extendieron más allá de Guadalajara: hubo manifestaciones en todo el país, e incluso en ciudades como Madrid y Los Ángeles.
“Fuimos más personas en la manifestación que en las casillas”, concluyó.
Pero si algo dejó esta elección fue una grieta en la narrativa: por primera vez en mucho tiempo, voces de izquierda y derecha coincidieron: el sistema de justicia en México no funciona.
“La impartición de justicia en este país está del carajo”, dijo sin rodeos Afra Mejía. “Nepotismo, privilegios, redes familiares...una clase intocable”. Para ella,esta elección fue también un experimento sociológico. “En casi ningún lugar del mundo se vota al Poder Judicial. Muchos de los que salimos, lo hicimos informados: revisamos listas, investigamos, compartimos”.
Sugey González lo resumió así: “No solo se trata del Poder Judicial, sino de nuestra democracia. Antes creíamos que ciertas decisiones eran exclusivas de una élite. Esta elección rompe con esa idea”. Reconoció que hubo desinformación y una fuerte campaña para desalentar el voto, pero también valoró que casi el 10 por ciento del padrón acudió a las urnas. “Eso habla de una masa crítica desde la cual crecer”.
Verónica Díaz fue más pragmática: “Sí, la participación fue baja, pero no un fracaso. El INE no hizo una buena chamba, y a la sociedad civil le faltó organizarse. Es parte de un proceso de aprendizaje”. Para Laura Santos, el ejercicio, pese a sus fallas, representó madurez democrática.
“Que podamos elegir a quienes imparten justicia es algo grande. Pero la confusión fue mucha. Hasta mi primo en Europa escuchó rumores de que con esta reforma te podían la casa. Una locura”.
Otros votaron desde el hartazgo. “Los no culpables están presos y los culpables andan libres”, soltó José Luis Rodríguez.
Arturo Valadez fue directo: “Hay muchos que no quieren votar por tanto desmadre que hay”.
Edgardo Casillas decidió participar tras ver algunos videos en YouTube. “Faltó una página oficial con perfiles, una campaña clara”.
Laura Jiménez, que votó apoyada por amigos, cree que fue más una simulación que un ejercicio real: “¿Cómo tomar decisiones si ni siquiera entendíamos qué estábamos votando? Sin información no hay nada que mejorar. En teoría es innovador, pero no estábamos listos. En general, creo que votamos con la bendición de dios”, finalizó.
En cifras
4,898
Casillas electorales se instalaron en Jalisco.
83.2%
De ciudadanos convocados para ser funcionarios de casilla acudieron para apoyar en la jornada.
6%
De los funcionarios se presentaron como voluntarios en las filas de las casillas tras faltantes.
10%
De las mesas de las casillas en el estado estuvieron incompletas.
9,782
Personas asistieron como observadores electorales en toda la entidad.
67%
De las casillas fueron vigiladas por los observadores electorales.
10,472
Paquetes electorales se recibieron en los centros de la entidad.
249
Personas emitieron su voto de manera anticipada debido a que se encuentran en condición de postración, así como sus cuidadoras.
6.7
Millones de ciudadanos conforman el listado nominal de Jalisco.