Desde lo alto de la colina que se levanta en el Fraccionamiento Chulavista, en Tlajomulco de Zúñiga, es visible un puñado de casas pintadas de color blanco, se trata del fraccionamiento Villa Fontana Aqua.
La colonia se levanta en la zona valles del municipio. Cobró fama tras el hallazgo de diez cuerpos sepultados de forma clandestina en el patio de una vivienda, sin embargo, el problema de inseguridad es un asunto de fondo y no de forma.
Las familias que adquirieron un departamento en la colonia Villa Fontana Aqua, compraron en realidad problemas, ya que jamás se imaginaron que con el paso de los años carecían de los servicios básicos como luz, agua, escuelas, centros religiosos, transporte público y seguridad.
La constructora VGI que forma parte de Inmobiliaria JMVA y Edificios Integrales de Guadalajara, los abandonó a su suerte una vez que entregó el fraccionamiento al municipio de Tlajomulco de Zúñiga.
El complejo residencial consta de 6 mil 80 viviendas distribuidas en 444 edificios “séxtuplex” y 854 “cuádruplex”, que se comercializaron entre los 217 mil y 320 mil pesos.

En promedio cada casa mide 10 metros de fondo por cuatro de frente. Cuenta con dos recámaras, un pequeño baño, un cuarto de servicio y un espacio de metro y medio por dos diseñado para la cocina.
El proyecto incluía la construcción de un kínder, primaria y secundaria, una iglesia, parques, tienda de conveniencia, centros comerciales y espacios recreativos, sin embargo, todo fue una gran mentira.
Karina Romero, llegó a vivir Villa Fontana Aqua hace cuatro años, luego de que a su marido el Infonavit le prestó 270 mil pesos para comprar su casa dúplex.
Anteriormente radicaba en San Pedrito, en Tlaquepaque, cerca de la carretera libre a Zapotlanejo, en una casa que su suegra les prestaba.
Karina tiene dos hijos, es decir, en la casa “huevo” viven cuatro personas contando a su esposo. A ella le duele ver que el patrimonio que será para sus hijos se devalúa conforme pasan los años.

“La constructora hace casas, se quedan un año, dos años, te vienen y te cortan el pasto, riegan los jardines todo muy bonito y al tercer año todo desaparece como sucedió con Santa Fe, Chulavista, Los Cantaros, Lomas del Mirador en donde quiera es igual”.
El agua escasea cada día más en el fraccionamiento. Karina asegura que se han quedado hasta dos semanas sin servicio, también seguido se va la luz y rara vez transitan patrullas por el lugar.
El transporte público es tan escaso como el agua. La única ruta que transita por Villa Fontana Aqua es la 645, pasa en promedio cada 20 minutos.
En las esquinas la gente se acumula en largas filas. Tomar un camión en la mañana resulta toda una odisea. El esposo de Karina trabaja a dos horas de distancia de su casa.
Todos los días se levanta a las 04:00 de la mañana, se baña, si es que hay agua, se cambia para estar listo a las 05:00 para tomar el camión.
“Tiene que caminar todavía un buen tramo porque esta ruta entra a las 04:00 de la mañana, yo creo que por eso la gente se va del fraccionamiento, por eso deja las casas solas por la lejanía de sus trabajos y la falta de transporte”.
Tras cumplir con su horario laboral el hombre regresa a su casa, llega al filo de las 07:00 de la noche, prácticamente a cenar y dormir, la convivencia familiar se queda de lado.
El Fraccionamiento Villa Fontana Aqua fue construido sobre un terreno que anteriormente era empleado para la siembra, sin embargo y a pesar de lo fértil del terreno casi no tiene árboles.

“Si te fijas caminas cuadras y cuadras y rara vez veras un árbol, por eso la colonia es bien caliente, no sopla el aire, son en su mayoría palmeras en las calles”, agregó Karina.
El Villa Fontana Aqua existe un problema más grave que la falta de escuelas, espacios públicos y agua: la pobreza y el hacinamiento.
En esas pequeñas casas llegan a vivir familias conformadas por siete personas, como Claudia Janeth Valadez, quien es madre soltera de seis hijos.
La gente podrá pensar, por qué tuvo tantos hijos si no los podía mantener, pero vale la pena analizar el contexto de la vida que llevó en su niñez para comprender un poco su situación.
A Claudia Janeth la abandonó su familia, desde niña deambuló por las calles pidiendo dinero para poder comer, no estudio la primaria, no sabe leer ni escribir situación que le ha impedido conseguir un empleo.
Con los años nacieron sus seis hijos, todos de padres distintos. Al no tener posibilidades de un empleo canta en los camiones para mantener a su familia.
“Todos los días le batallo para poder darles de comer, en promedio sacó 50 pesos cantando en los camiones”. Ayer Claudia Janeth Valadez tampoco tenía nada que ofrecerles a sus hijos.
En su refrigerador viejo color café solo hay un plato con elotes rebanados con chile, medio kilo de tortillas, una zanahoria echada a perder, un vaso de plástico con crema, un litro de leche y dos limones.
Dormir es un suplicio. En el primer cuarto duermen cuatro de sus hijos, la más grande pasa las noches recostada en una mesa de madera porque no tiene cama, sus otros hermanos se acuestan en un colchón viejo, no descansan porque les pican los resortes.
“Si no dormirnos en el suelo, en la época de calor abrimos la ventana para que entre el aire porque nos cocemos, además nos descansamos las camas tienen sus alambritos y nos lastiman por eso también a veces dormimos en el suelo”, agregó la mujer.
En la otra habitación duérme ella con sus otros dos hijos pequeños: los tres en una cama individual. Todos visten ropa de segunda o regalada, su casa no tiene agua porque el propietario no ha pagado desde hace años el servicio y lo suspendieron.
De los 50 pesos que gana al día en promedio, tiene que separar para cubrir la renta de su casa, mensualmente le cobran 750 pesos.
“Por pagar la renta tengo que comprar huevo para poder comer o frijoles, además de dos kilos de tortillas, eso comemos en el desayuno, comida y la cena”.
Lo único que tiene de valor Janeth, además de sus seis hijos es su lavadora y dos televisiones de pantalla plana: “las televisiones las compre en abonos con las vecinas que me ayudan para tener algo”.
Todos sus hijos estudian gracias a la ayuda de sus amigos y vecinos que la apoyan con los gastos de los útiles escolares, pero para llegar a la escuela ella y sus pequeños tienen que caminar más de dos kilómetros hasta el plantel educativo ubicado en Santa Fe.
Claudia Janeth Valadez espera que alguien le tienda la mano para poder subsistir y sacar adelante a sus hijos.
SRN