Ante el aumento de la temperatura ambiental, las personas viven en riesgo de padecer afectaciones a su salud; además, se encuentran desprotegidas por la falta de infraestructura y cuidados para hacer frente a olas de calor.
Landy Sánchez Peña, investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) del Colegio de México, resaltó que el aumento de la temperatura ya no se trata solo de riesgos ambientales, sino de vulnerabilidades sanitarias y la brecha entre las ciudades en cuanto a su capacidad para hacer frente a las inclemencias del calor.
Durante la conferencia “Riesgos por altas temperaturas e infraestructura de cuidados en ciudades mexicana”, impartida como parte de las Conferencias Magistrales del Consejo Consultivo del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga de la Universidad Iberoamericana Puebla, la investigadora explicó que, a pesar de que el cuerpo humano puede regularse hasta los 37 grados centígrados, las olas de calor, en combinación con altos niveles de humedad, no permiten la transpiración para poder enfriar el cuerpo, lo que lleva a los llamados golpes de calor.
Ante las altas temperaturas, lo que comienza con la deshidratación, dolores musculares, sensación de mareo y dificultad de movimiento en las extremidades, puede escalar a problemas respiratorios y cardiovasculares, imposibilidad de mantenerse consciente y, eventualmente, la muerte por un problema respiratorio o cardiovascular.
¿Quiénes son los más afectados por las altas temperaturas?
Las infancias, personas con comorbilidades y los adultos mayores, cuya densidad demográfica va en aumento, son los más vulnerables al tener una menor capacidad termorregulatoria, resaltó Sánchez Peña.
Ante las ondas de calor, la investigadora destacó que las ciudades carecen de la infraestructura de cuidados, la cual, está compuesta por todos aquellos establecimientos, públicos o privados, que cuentan con el equipo, instalaciones, especialistas, y otros factores de importancia para la atención de problemas para la salud.
En temporada de altas temperaturas, todos los espacios deben satisfacer las necesidades de la población brindando los espacios de recuperación y, de ser el caso, los cuidados médicos necesarios para no llegar a un extremo mortal.
“La propuesta analítica es pensar en qué tipo de respuestas podemos tener cuando viene una ola de calor. Tenemos una infraestructura de cuidados, pero que necesita crecer en términos de la estructura etaria y el cambio familiar. Hoy en día hay una discusión muy importante en el país de empujar ese cambio, hacer crecer cierto tipo de establecimientos e incluso cambiar la vocación de algunos de ellos”, resaltó la investigadora.
A la par, explicó que para entender las necesidades ante el aumento de temperatura, primero se debe identificar el panorama al que se enfrentan las ciudades y recordó que desde la década de los noventa existe un aumento en las temperaturas a nivel global, mismo que se disparó en el nuevo milenio.
“Hay una preocupación muy grande de qué tan sostenible va a ser tener esa estructura de cuidados que está basada, en inmensa mayoría, en el trabajo familiar” explicó la investigadora, quien aclaró que el Estado no logra llenar la demanda que hay en el país, lo que termina recayendo en las familias.
CHM