Ramón Quintero llegó a Lomas de la Primavera cuando la colonia todavía prometía ser un refugio para quienes querían construir su vida lejos del ruido del centro, pero sin abandonar la ciudad. Corría la segunda mitad de los años noventa cuando él y su esposa decidieron instalarse en una finca ubicada en la intersección de las calles Flor de Crisantemo y Flor de Azucena, en el municipio de Zapopan. Venían con planes de familia, no con advertencias.
“No nos dijeron nada. Si yo hubiera sabido lo que era esto, no la compro”, dice ahora, más de dos décadas después, con resignación pero también con rabia contenida.
Y no es para menos: durante cada temporal, su casa se convierte en trinchera. El agua lo arrasa todo. Allí confluye el llamado Arroyo Seco, ese que en cuanto llueve deja de ser seco y se convierte en amenaza líquida.
Sin aviso ni tregua
“Siempre es lo mismo, se junta toda el agua y baja directo por Flor de Azucena. El nivel sube hasta un metro, fácil”, cuenta Ramón. La más reciente inundación fue la madrugada del sábado. Como otras veces, no hubo aviso ni tregua. Llovió fuerte y, de pronto, el agua ya estaba dentro.
“Se mojan las estufas, los muebles, lo sacamos como se puede para que se sequen, para volver a usarlos si todavía sirven”, relata. “No hay dinero para comprar nuevos”. Pero, por encima de todo, Ramón tiene una prioridad: mantenerse a salvo con los suyos. “Afortunadamente tenemos un cuartito arriba, en la segunda planta. Ahí nos trepamos. Que se moje todo, no importa, mientras estemos bien nosotros, ya está”.
La escena se repite cada año: calles sin pavimento, intransitables cuando llueve; basura, llantas, escombro y muebles viejos que flotan o se quedan atrapados en esquinas. A simple vista, Lomas de la Primavera parece olvidada. Pero para quienes viven ahí, no hay nada de simple: todo es esfuerzo, pérdida y sobrevivencia.
¿Qué exigen Ramón y los vecinos de Lomas de la Primavera?
Ramón no es el único que exige atención. Como él, decenas de vecinos llevan años esperando que el gobierno de Zapopan haga algo más que limpiar después del desastre.
“Que vengan antes, que hagan algo con las calles, que atiendan el problema de fondo”, dice con voz firme. Lo dice como quien ya perdió demasiado para seguir esperando en silencio.
Han pasado veinticinco años desde que Ramón se instaló ahí, veinticinco años de ver crecer a sus hijos, de reparar muebles mojados, de treparse al cuartito de arriba cada que se avecina una tormenta. Veinticinco años con el agua entrando por la puerta. Y aún así, sigue ahí. Porque a veces, en esta ciudad, la casa que uno compra con esfuerzo no viene con advertencias, pero sí con historia. Y la historia, como el agua, regresa cada temporada.
¿Cuáles son las recomendaciones ante lluvias e inundaciones?
Para quienes viajan en motocicleta es primordial el uso de casco y chaleco reflejante. Reducir la velocidad, guardar distancia con otros vehículos y evitar circular por zonas inundadas.
Para quienes se trasladan en bicicleta es importante cerciorarse de que está en buenas condiciones y de preferencia llevar luces. Usar impermeable de color visible y casco protector. Evitar circular por encharcamientos o zonas inundadas.
Para los peatones se recomienda no intentar cruzar corrientes de agua y alejarse de alcantarillas y bocas de tormenta. Recordar que las banquetas y puentes peatonales son los espacios más seguros para caminar. Es recomendable esperar a que pase la lluvia en un lugar seguro y evitar resguardarse bajo los árboles.
Para quienes conducen un vehículo es básico tener en buen estado las luces, los frenos y limpia brisas. Es importante moderar la velocidad, guardar distancia con otros vehículos y evitar los pasos a desnivel.
MG