Si bien es cierto que el cierre definitivo del penal del Topo Chico deberá aliviar el hacinamiento y la población penitenciaria, hay a quienes no les conviene el cambio de reclusorio de sus familiares presos.
Habitantes de sectores como el norte o el poniente de Monterrey, con algún hermano, hijo, el padre o el esposo recluido, enfrentarán dificultades para trasladarse hacia los penales de Apodaca o Cadereyta, según sea el caso.
La madrugada de este viernes y tras el desalojo de varios de los ambulatorios, familiares de internos pidieron información a las autoridades carcelarias.
La preocupación era evidente, aunque saben que al final tendrán que acatar la disposición.
Para algunos, el desplazarse 40 o 50 kilómetros, inclusive más, representa no sólo una mayor inversión de tiempo, sino también de recursos, que normalmente no tienen.
De esta manera y en medio de un clima de tranquilidad, transcurrió el segundo traslado masivo de reos del penal del Topo Chico.