Policía

El 'cobijo' sentimental del narco: así es como los grupos criminales aprovechan carencias emocionales entre jóvenes para reclutarlos

En entrevista con MILENIO, Armando Vargas, especialista en temas de seguridad pública, habló sobre las motivaciones que muchos jóvenes pueden tener para involucrarse con estas organizaciones

José Alfredo Cabrera Barrientos buscaba ser alcalde de Coyuca de Benítez, en Guerrero. Carlos Manzo Rodríguez llevaba poco más de un año como presidente municipal de Uruapan, en Michoacán. Ambos fueron asesinados en eventos públicos, rodeados de escoltas y simpatizantes, a manos de hombres jóvenes. En el caso del edil michoacano, su homicida tenía 17 años de edad.

En medio del ambiente de violencia que persiste en el país, estos acontecimientos —con más de un año de diferencia entre cada uno— sirvieron como reflejo de la participación de muchachos cada vez más jóvenes en actividades criminales de alto impacto.

Aunque muchos debates se han centrado en la falta de recursos económicos como una de las principales motivaciones de personas jóvenes para enrolarse en grupos delictivos, Armando Vargas, doctor en Ciencia Política y coordinador del Programa de Seguridad de México Evalúa, considera que existe otro factor que estas organizaciones podrían aprovechar para engrosar sus filas: las carencias emocionales. ¿Cómo ocurre? En MILENIO te contamos.

¿Cuáles son las carencias emocionales que el crimen organizado está aprovechando?

En un documento que analiza los mecanismos de reclutamiento de menores por parte del crimen organizado, la Secretaría de Gobernación (Segob) identificó diversas situaciones que pueden poner en riesgo a esta población. En su análisis, la dependencia enlistó factores ampliamente discutidos, como la violencia familiar, convivencia con miembros de grupos delictivos y la falta de oportunidades.

Sin embargo, el informe también menciona la necesidad de pertenencia, el acoso escolar y la marginación como aspectos que podrían propiciar la adherencia de niñas, niños y adolescentes a estas estructuras.

En entrevista con MILENIO, Armando Vargas consideró que estos factores son claves para nutrir el diagnóstico respecto a las motivaciones de muchas y muchos jóvenes que ven en el crimen organizado un área de oportunidad —cuando se involucran de forma voluntaria—.

"Se piensa que sólo por transferir recursos se mantiene a las juventudes alejadas de la violencia, pero lo que requieren no es dinero, es una sociedad convencional que los incluya y que les dé un reconocimiento que no están teniendo en sus núcleos tradicionales", señaló el especialista.

Durante la charla con esta casa editorial, Vargas compartió algunos de los hallazgos de su tesis doctoral, para la cual entrevistó a personas dedicadas al robo a transeúntes, un delito considerado como la puerta de entrada a una trayectoria criminal de mayor impacto.

"Nunca me rajé. Me sentía aceptado y por eso robaba" y "querías cometer más robos porque comenzabas a ver que el círculo de amigos se hacía más grande y conocías a gente más pesada dentro del mundo criminal" son algunos de los testimonios que Vargas obtuvo en su investigación.

Sigue la búsqueda del expresidente municipal de Zinapécuaro, Michoacán.
La Fiscalía de Morelos identificó al homicida de Carlos Manzo como Víctor Manuel, de 17 años

​A partir de su experiencia en la materia, Vargas identificó tres motivaciones inmateriales —es decir, que no se relacionan con los bienes ni el dinero— que pueden orillar a personas jóvenes a cometer delitos:

  • Aceptación
  • Reconocimiento social
  • Adrenalina

En muchos casos, las y los integrantes de grupos criminales encuentran el reconocimiento y el sentido de pertenencia a una comunidad que no obtuvieron en otros ámbitos, como su familia, su escuela o su círculo de amistades.

"Si uno estudia por qué las personas no delinquen a pesar de crecer en entornos de pobreza, se puede identificar que son individuos que cuentan con reconocimientos sociales desde entornos que son más favorables a respetar la ley, en donde se les reconoce como seres humanos valiosos en una sociedad más amplia", puntualizó Vargas al conversar con MILENIO.

Tales consideraciones coinciden con los hallazgos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) vertidos en una publicación de 2023, en la que se advierte que el crimen organizado puede representar un entorno en el que una persona que nunca había sido validada pasa a "conseguir un espacio en el que nadie se puede meter con ella".

¿Qué papel juega la 'narco cultura' en el reclutamiento de grupos criminales?

A la luz de las discusiones que han generado las medidas para limitar la difusión de narcocorridos y otros productos culturales que glorifican la violencia, Armando Vargas valoró que dichas piezas son importantes para comprender este fenómeno porque "vuelven atractivo el crimen organizado".

Desde su perspectiva, los productos de la 'narco cultura' funcionan como detonadores, pues proyectan modelos de éxito que muchos jóvenes no hallan en otros ámbitos.

"Frente a una sociedad que no te ofrece trabajo, que no te ofrece educación, que no te ofrece salud y no te ofrece liquidez inmediata, el crimen organizado se vuelve sumamente atractivo y estos modelos de la narco cultura abonan a eso [...] La gran carencia es que no tenemos una sociedad tradicional que le dé a los individuos reconocimiento, adrenalina y aceptación".

¿Qué se puede hacer para atender las carencias emocionales que ponen en riesgo a las juventudes de ser reclutadas por el crimen?

Además de los casos de Carlos Manzo y Alfredo Cabrera, en México existe un amplio historial de jóvenes involucrados con delitos de alto impacto.

Uno de los más antiguos y mediáticos fue el de Édgar 'N', apodado como El Ponchis, quien confesó haber cometido cuatro homicidios a sus 14 años. Entre los más recientes destacan el asesinato del abogado David Cohen a manos de Héctor 'N', un muchacho de 18 años, y la detención de Derek Jair 'N', de 15 años, en posesión de una subametralladora en Tabasco.

Ante esta situación, el especialista en temas de seguridad señaló que es necesario "desactivar las motivaciones que llevan a los jóvenes a la criminalidad" con estrategias precisas que se enfoquen no sólo en incrementar la vigilancia, sino en ofrecer medios de reconocimiento social y condiciones de aceptación. Esto evitaría que "el Estado mexicano funcione como un bombero que esté apagando un fuego tras otro".

Para ello, Vargas calificó como fundamental poner atención en las familias, pues son el primer lugar de socialización. Herramientas como los programas de escuela para padres permitirían "trabajar en habilidades muy concretas para que los padres guíen la toma de decisiones de sus hijos, que hablen de consecuencias, de cálculos y el costo-beneficio" con el objetivo de minimizar el riesgo de que se enrolen en el crimen organizado.

Otro entorno que merece una gran atención para atender este problema, según las apreciaciones del experto, es la escuela, ya que en muchas ocasiones funcionan como espacios de disciplina y transferencia de conocimiento, pero no de integración.

"Si hubiera condiciones de aceptación social desde la escuela, pues a los jóvenes les sería absolutamente irrelevante un narcocorrido. La pregunta de fondo sería ¿qué es lo que está haciendo que los jóvenes volteen a ver los narcocorridos como un modelo de referencia?".

BM.

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Baruc Mayen
  • Baruc Mayen
  • Editor digital en la Unidad de Crecimiento de Milenio. Especialista en investigaciones a profundidad sobre derechos humanos, violencia y seguridad. Comunicólogo egresado de la FCPyS de la UNAM y apasionado de la fotografía.
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