La madrugada del 21 de noviembre, la posición 51 de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) se convirtió en escenario de un hallazgo insólito, digno de un 'reality' televisivo.
Entre el ruido de los remolques y el rugido de los primeros vuelos, elementos de la Unidad Naval de Protección Aeroportuaria detuvieron a cuatro trabajadores de distintas empresas de paquetería que, a bordo de sus camionetas, reposaban con casi 300 kilos de cocaína.
La droga, según la acusación oficial, habría estado lista para ser enviada a Tijuana, con etiquetas farmacéuticas que serían colocadas justo antes del traslado.
Se trató del decomiso más grande registrado desde que la Secretaría de Marina asumió la administración del aeropuerto en 2023, con una afectación estimada en 92 millones de pesos. Un hallazgo que revela el modus operandi de una red que operaba bajo la apariencia de la rutina laboral.
La madrugada en la posición 51
Esa madrugada, dos camionetas tipo van —una de Magnicharters y otra de Aeroméxico— permanecían estacionadas en la posición 51. Las puertas estaban abiertas y la carga a la vista. Dentro, cuatro trabajadores aguardaban en silencio.
La rutina parecía normal, pero las unidades se encontraban en un área restringida y el tiempo de espera se prolongaba más de lo habitual. El informe policial homologado detalla que fue esa disposición irregular lo que activó el protocolo de revisión.
Elementos de Infantería de Marina que patrullan el aeropuerto se acercaron. Al inspeccionar las cajas, hallaron cuatro paquetes irregulares: dos sin identificación y dos con etiquetas que simulaban contener equipo médico, incluso rótulos de vacunas. El binomio canino especializado en narcóticos olfateó los embalajes y marcó positivo.
Al abrir las cajas, se encontraron ladrillos de cocaína: una con 135 kilos y otra con 134, para un total de 271 paquetes y aproximadamente 270 kilogramos. Los marinos aseguraron las camionetas, detuvieron a los cuatro hombres y trasladaron la mercancía para su revisión completa.
Las cajas no traían rótulo, pero en la camioneta había etiquetas sueltas y guías manipuladas. Según la acusación de la fiscalía, la droga habría estado lista para ser enviada en el vuelo comercial AM110 hacia Tijuana a las 06:30 horas. El planteamiento oficial sostiene que se le colocarían etiquetas de productos farmacéuticos justo antes del traslado.
Los trabajadores involucrados —con trayectorias de 13, 15, ocho y cinco años en el aeropuerto— conocían los pasillos, las posiciones y los protocolos. Esa experiencia les permitía manipular documentos, retrasar o adelantar cargas y colocar rótulos médicos sobre cajas que en realidad contenían droga.
El mecanismo funcionaba en tres pasos: intercambio de etiquetas para disfrazar la mercancía, manipulación de guías para legitimar el movimiento y aprovechamiento de la rutina nocturna, cuando se reduce la vigilancia.
Así se reportó el hallazgo de la droga | VIDEO
Causa 66/2025: los relatos de los detenidos
Sala 3 del Reclusorio Norte. Causa 66/2025. El termómetro del cooler marcaba 17 grados. De un lado, las familias: una mujer embarazada, una madre preocupada, un padre cansado y un hermano enojado. Del otro, la mesa de los fiscales: un hombre y dos mujeres, tensos, atiborrados de papeles, con carpetas abiertas, sin equipos electrónicos. En la otra mesa, la defensa: los abogados Antonio López y Eloísa Ávila, con la misma cantidad de papeles.
Los cuatro detenidos vestían pijama beige, pantalones rotos. No se veían cómodos. Ansiosos, se removían en las sillas. Uno a uno pasaron a dar su declaración voluntaria. Los cuatro intentaron presentarse como trabajadores atrapados en la rutina, sin relación entre sí, sin conocimiento de la carga.
Diego Michel, con 13 años en Magnicharters, fue el primero. “No se me hace extraño encontrar cosas en las camionetas”, dijo, insinuando que la droga ya estaba ahí. Aclaró: “Nunca vi un paquete rasgado”. Mostró fotografías de los paquetes y alegó que él no había abierto la caja.
Jesús, con ocho años en Agn Aviation Services, aseguró: “Yo desconozco el contenido de los paquetes”. Explicó que esperaba a sus compañeros para tomar un Uber. Reconoció sólo una “amistad de vista” con Michel, aunque fue sorprendido en la puerta 51, en el asiento del copiloto.
Edgar, empleado de Aeroméxico Cargo desde hace cinco años, subió al estrado con gesto rígido. En su relato sostuvo que la carga y las etiquetas coincidían, como si todo formara parte de la rutina habitual. Detalló que en su trabajo cotidiano se encarga de colocar y verificar las guías y, según el protocolo, esas guías deben colocarse únicamente después de que los bultos han pasado por revisión de rayos X o por el olfato de un elemento canófilo.
Eder, con 14 años también en la empresa, defendió su trayectoria: “Me he esforzado por estar al 100”. Ese día, relató, alcanzó a divisar cuatro cajas con material farmacéutico, embalajes que le parecieron parte de la rutina habitual. Insistió en que lo que vio correspondía a mercancía legítima y que no tenía conocimiento de ningún contenido ilícito.
Los abogados López y Ávila buscaron restar fuerza al decomiso. “Una cosa es transportar y otra cosa es posesión para transportar”, citaron en jurisprudencia. Argumentaron que no había dolo, que los imputados estaban estacionados, que no existía boleto hacia Tijuana. Hablaron de montaje, de intimidación por parte de la Marina y solicitaron la no vinculación.
Fiscalía identifica operación orquestada
La fiscalía respondió con contundencia: “No es verosímil. ¿Qué hacían en las camionetas si no eran amigos?”. Señalaron que estaban en un área no autorizada y que las videograbaciones muestran a Diego Michel conduciendo hasta la posición 51. Para los fiscales, la coincidencia de empleados de distintas empresas en un mismo punto del aeropuerto era prueba de una operación orquestada.
Con esos elementos, el juez resolvió: auto de vinculación a proceso por posesión con fines de transporte, con agravante de pandilla y prisión preventiva. Se solicitó investigación complementaria para revisión de celulares, rastreo de etiquetas y guías, análisis de videograbaciones y verificación de personal en hangares y posiciones.
Los cuatro fueron enviados a prisión preventiva oficiosa en el reclusorio Sur. La fiscalía tendrá cuatro meses para profundizar en la investigación. La próxima audiencia se fijó para el 30 de marzo de 2026.
Reportes de inteligencia naval a los que MILENIO tuvo acceso confirman lo señalado por la fiscalía: la red operaba desde dentro del aeropuerto, disfrazando la droga como mercancía legítima, saltando revisiones de rayos X y olfato canino, manipulando guías de traslado.
En la pirámide de responsabilidades, los cuatro detenidos aparecen en el tercer nivel. Arriba de ellos, dos jefes de logística aún bajo investigación, de nombres Néstor Octavio e Israel Emignio. Y en la cúspide, un cártel que trae cocaína desde Colombia.
Sin embargo, el caso deja claro que se está revelando apenas una pequeña parte de un engranaje mucho más amplio dentro de la logística aeroportuaria.
ROA