El Hospital General de Zona No. 86 en Uruapan entró en operación el 2 de mayo de 2024. Desde entonces, y hasta el 31 de octubre de este año, se han realizado 31 mil 908 consultas de especialidad, 19 mil 342 atenciones de urgencias y 3 mil 194 cirugías.
Aun así, la semana pasada hubo quien preguntó en redes sociales si ese hospital existía. Sí, existe. Ahí está. Funciona. Pero hay quienes prefieren no verlo, porque admitirlo implicaría aceptar algo más grande: después de décadas de abandono, el IMSS volvió a construir.
El viernes comparecimos ante la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, como parte de la glosa del primer Informe de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Expliqué mi intervención en tres planos: lo que se ve, lo que no se cuenta y lo que estamos corrigiendo.
Lo que se ve es la magnitud de la institución y con su grandeza, lo inmediato: un servicio de urgencias saturado, una receta no surtida, un testimonio aislado en redes y magnificado intencionalmente.
Lo que no se cuenta es el contexto. Hoy el IMSS atiende a 78 millones de personas, casi diez millones más que en 2018. El empleo formal creció y con él los ingresos del Instituto. Abrimos las puertas a quienes siempre estuvieron fuera: trabajadoras del hogar, personas trabajadoras independientes y ahora, quienes trabajan en plataformas digitales.
Tampoco se cuenta que la transición epidemiológica cambió nuestra realidad: más adultos mayores, más diabetes, más cáncer, más enfermedades crónicas. Y tuvimos que responder a esa carga con la misma infraestructura heredada.
Dije algo que desconcertó a varios. Durante los primeros 40 años del IMSS se construyó el 80 por ciento de toda su capacidad hospitalaria medida en camas. Pero entre 1982 y 2018 —los seis sexenios que comprende el periodo neoliberal— apenas se sumaron 4 mil 319 camas. La razón de fondo fue no invertir en lo que se pretendía privatizar.
Hoy ocurre lo contrario y es parte de lo que estamos corrigiendo. Entre 2019 y 2030 se habrán construido 47 hospitales nuevos y ampliado 55 más. Pasamos de 33 mil 752 camas en 2018 a 38 mil 661 en 2025, y llegaremos a 45 mil 284 en 2030. En 12 años, el IMSS habrá sumado 11 mil 532 camas, más del doble de lo que se hizo en los 36 años previos.
¿Por qué importa el indicador de cama? Porque la cama es el índice más honesto de un sistema de salud. Sin cama no hay hospitalización ni recuperación. Una cama significa menos espera y más dignidad.
Con esa certeza puedo afirmar sin titubeos que el IMSS no está en su momento más sencillo, pero sí en su mejor momento. Porque volvimos a hacer lo que hace grande a una institución pública: invertir, crecer, construir.
El domingo acompañamos a la presidenta Sheinbaum en el anuncio del Plan Michoacán por la Paz y la Justicia. El IMSS participará con 39 acciones y 7 mil 800 millones de inversión propia: dos hospitales nuevos (Morelia y Zitácuaro), la reconversión de siete hospitales rurales en Hospitales de Zona, la rehabilitación mayor y ampliación de servicios del Hospital General de Zona Lázaro Cárdenas, la construcción de un Centro de Radioterapia en Charo, cinco Unidades de Medicina Familiar Plus, 19 CECIS, la reconversión de tres Centros de Seguridad Social en Pilares IMSS.
Mientras algunos buscan puntos para el debate, nosotros buscamos cambiar la vida de las personas. Uruapan es la prueba. Afuera sugieren que el hospital no existe, adentro se salvan vidas.
La Presidenta nos ha marcado el rumbo. Nos ha pedido seguir fortaleciendo lo público, seguir fortaleciendo al IMSS, recuperar su esencia y sus capacidades. Seguiremos construyendo. Para ser el IMSS del porvenir. Para estar donde más nos necesitan.