Política

La fuerza de lo público

Ante la tragedia del 10 de septiembre en el Puente de la Concordia, en Iztapalapa, la ciudadanía y los servidores públicos reaccionaron con lo mejor del espíritu que distingue a los mexicanos: la solidaridad. En cuestión de minutos, sociedad civil y gobierno se organizaron. Nadie dudó en que los heridos debían ser llevados a hospitales públicos, porque en una emergencia de esa magnitud no hay otra opción: la capacidad de lo público es superior y lo público responde.

Frente a la narrativa de quienes intentan desvirtuar lo público, leí en redes un comentario: “Debieron llevarlos a hospitales privados”. Esa frase sintetiza un concepto que se intenta implantar desde hace décadas: lo privado es mejor que lo público. Es una narrativa instalada por el modelo neoliberal para desprestigiar lo colectivo y hacer que prime el individualismo. Pero frente a la realidad, esa afirmación se derrumba.

Nuestro personal médico atiende también en hospitales privados. La diferencia consiste en la capacidad de infraestructura y en la posibilidad de responder de forma multidisciplinaria y coordinada en emergencias masivas.

El ejemplo de la Unidad Médica de Alta Especialidad Dr. Victorio de la Fuente Narváez, del IMSS, ubicada en Magdalena de las Salinas, es elocuente: atiende a más de 15 mil derechohabientes mensuales, dispone de una unidad de quemados (con 26 camas y dos quirófanos) a la que se dio mantenimiento integral en 2021 y en marzo de este año aperturamos la Unidad de Cuidados Intensivos. 

Solo en 2024, en Magdalena de las Salinas se atendió a 210 personas con quemaduras graves y en lo que va de 2025 ya son 149. En más de 30 años ha atendido tragedias como las de Tlahuelilpan, Polvorín y Tultepec. Opera con protocolos reconocidos internacionalmente; incluso médicos de otros países han acudido a aprender de su experiencia. Gracias a su helipuerto y a la intervención de la Unidad Relámpagos del Gobierno del Estado de México, los lesionados pudieron ser trasladados de inmediato.

Son poderosas las imágenes de camilleros y enfermeras organizándose para recibir los helicópteros. Es loable el compromiso del personal cuyo turno había concluido y regresó para sumarse al trabajo colectivo.

Ningún hospital privado en México podría haber recibido, estabilizado y tratado a tantos pacientes con quemaduras graves de manera simultánea. Los protocolos del IMSS permiten acceder de inmediato a los insumos requeridos, disponibles en su red hospitalaria.

Además, en el IMSS atendimos a todos sin distinción, fueran o no derechohabientes. Ante una tragedia, el principio de solidaridad da sentido a la salud pública. Ese es el verdadero patrimonio nacional: un sistema fundado en el humanismo, que cuida la vida por encima de todo. Lo ocurrido confirma que lo público no es la última opción, sino la primera y, muchas veces, la única.

Hace unos días el país entero se conmovió frente a la heroicidad de Alicia Matías Teodoro, quien cubrió con su cuerpo a su nieta de dos años para salvarla de las llamas. La menor ha permanecido bajo atención pediátrica en el IMSS, recibiendo el cuidado necesario para su recuperación. Alicia falleció el 13 de septiembre, pero nos deja un legado de amor y valentía. Su ejemplo nos recuerda que cuando cuidamos a los demás, cuando ponemos el cuerpo por el otro, hacemos comunidad.

Por eso, frente a quienes insisten en que lo privado siempre es mejor, hay que decirlo con claridad: lo público salva vidas, lo público protege, lo público funciona. Y cada vez funciona mejor.


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Zoé Robledo
  • Zoé Robledo
  • Director general del IMSS, escribe todos los martes su columna "¿Qué hicimos?" en Milenio diario
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