Hoy quiero retar la idea comúnmente aceptada de que la polarización “es un cáncer que nos corroe rápidamente” (E. Krauze) en el que “tenemos dos bloques de convicciones herméticas atrincheradas” (J. Silva-Herzog). Quiero desafiar, con datos y evidencia, el argumento de que en México vivimos una “polarización extrema” (D. Dresser) porque no es así.
Fuera de la imaginación catastrofista de algunos analistas, no existe una sola medida, que no muestre que México es mayormente un país de centristas, donde el acuerdo y no la polarización, son el sello de la casa.
La identificación ideológica más común del mexicano es el centro ideológico (40%) el cual, actualmente, tiene dos veces más adeptos que la izquierda extrema (17%) o la derecha extrema (9%), de acuerdo con el Latinobarómetro, un reconocido estudio internacional de opinión pública. Datos similares se obtienen de muchos otros estudios, desde el Proyecto Comparativo de Elecciones Nacionales hasta encuestas privadas como Consulta Mitofsky.
El mexicano lleva años siendo centrista y su moderación no se ha perdido con Obrador. De hecho desde 1997, ninguna visión extrema, ya sea de izquierda o de derecha, ha tenido más del 23% de las preferencias y no hay un solo año en el que el centro no haya sido mayoría. Somos un país donde los extremistas son y siempre han sido minoría.
Además, los extremos son menos atractivos que antes. La extrema izquierda tocó su punto máximo en 1996 teniendo al 23% de la población en sus filas. Hoy ese porcentaje es de solo 17%. Por su parte, la derecha extrema llegó a su punto máximo en 2015 (23%) y hoy es de solo 9%. Ni la izquierda extrema ni la derecha extrema son más grandes hoy de lo que eran en 2017.
Si algunos perciben que México está más polarizado es porque las minorías extremas son más vocales que la mayoría centrista. Esto crea un espejismo y ruido.
Pero fuera de los alaridos, los datos fríos muestran que, en la realidad, incluso los simpatizantes de Morena y del PRI-PAN-PRD son más bien centristas. De hecho, entre los votantes de Morena el centro ideológico es más grande que la izquierda extrema (46% vs. 33%) y entre los votantes del PRI-PAN-PRD el centro es más grande que la derecha extrema (38% vs. 18%).
El mito de la “creciente polarización” es alimentado por la estridencia mediática de los extremos, pero también, por una mala presentación de los datos. Por ejemplo, se hacen gráficas que comparan a los mexicanos extremos con los mexicanos de centro, sin decir que los extremos son mucho menores en tamaño que el centro. Es decir, se comparan categorías que no son comparables en tamaño y esto nos hace pensar que lo que sucede en los extremos es representativo del resto. No es así.
La realidad es que México es un país de consensos e increíblemente, estos consensos se mantienen a pesar de diferencias partidistas. Por ejemplo, tanto los votantes de Morena como los de la oposición están de acuerdo con la economía de mercado (54% y 55%) y creen que el sistema de justicia es injusto (82% y 83%). Hay consenso en que los pobres son el grupo más discriminado y con que faltan buenos trabajos para eliminar la pobreza. Es francamente raro encontrar políticas públicas de amplio disenso ideológico.
Así que deje de mortificarse. El problema más grande de México no es la polarización sino el silencio de las mayorías. La opinocracia se aprovecha de este silencio para crear un espejismo de polarización a cambio de clicks. Son, junto con López Obrador, los principales beneficiarios de esta polarización manufacturada a base de estridencia.
Viri Ríos
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