El feminicidio se entiende como la muerte violenta de mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, en la comunidad, por parte de cualquier persona, que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión, de acuerdo con el Modelo de Protocolo Latinoamericano de Investigación de las Muertes Violentas de Mujeres por Razones de Género.
Con base en el reporte más actualizado del INEGI, se confirma que durante los primeros seis meses del 2020 fueron asesinadas 1,844 mujeres en México, esto significa que 10 mujeres son asesinadas diariamente; más de la mitad son asesinadas por sus parejas o familiares cercanos y casi tres cuartas partes son asesinadas con armas de fuego o por estrangulamiento. Por otro lado, los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública indican que en el 2020 a nivel nacional se registraron como feminicidio tan solo 967 asesinatos.
Durante una serie de webinars organizados por la Red para Prevenir la Violencia Armada en las Américas, diferentes mujeres líderes en su campo de estudio abordaron el tema de la violencia de género. Las armas de fuego son letales incluso cuando no se disparan; son instrumentos de muerte y heridas, pero también se utilizan para promover la sumisión, amenazas y violencia psicológica. Las armas de fuego representan un mecanismo abrumador de control y poder sobre la vida de las mujeres.
Giada Greco, técnica de estadísticas delictivas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, sustenta que las armas de fuego están involucradas con más frecuencia en homicidios en las Américas que en cualquier otra parte del mundo y que la mayoría de las víctimas de homicidios relacionados con la pareja o la familia son mujeres.
Estefanía Vela Barba, Directora Ejecutiva de Intersecta, destaca las diferencias en cómo se asesina a las mujeres frente a los hombres. Por ejemplo, una de cada tres mujeres muere en el hogar y seis de cada diez mujeres asesinadas en México son asesinadas con armas de fuego.
Cecilia Farfán-Méndez, del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, argumenta que el control de armas es un problema tanto para Estados Unidos como para México y que, por lo tanto, es de interés para ambos países hacer algo al respecto. Por ejemplo, mientras que California está a la vanguardia en la implementación de controles robustos de armas, Texas, el estado con más territorio fronterizo con México, tiene pocos controles sobre quién puede comprar armas.
Patricia Carmona Hernández, coautora de la agenda de políticas para las masculinidades alternativas ‘Suma por la Igualdad’, señala que para lograr justicia y desarrollo social es necesario trabajar con hombres desde la perspectiva de género; está convencida de que los cambios que realicen los hombres en sus identidades violentas y tradicionales, provocarán relaciones satisfactorias con ellos mismos, con su familia y con su entorno social. Es de mucha importancia informarse más sobre el tema tomando como referencia el trabajo de múltiples mujeres que estudian la violencia de género con el objetivo de informarnos al respecto y nos motivan a hacerlo no solo en lo académico, sino en lo práctico; en diversas plataformas han sugerido formas de iniciar un cambio que suceda a nivel poblacional, como no normalizar la situación de las mujeres que son abusadas, oprimidas y censuradas sólo por su género.
Sin duda, también debemos ligarnos más con mujeres para llevar más lejos nuestra perspectiva y así tener una visión más completa sobre el problema e involucrarnos en este movimiento que debe ser colectivo. Diversas líderes del movimiento nos han invitado como sociedad a darle el protagonismo a las mujeres y dejar de darles voz a quienes perpetúan conductas dañinas. Es muy importante trabajar para conseguir espacios que permitan garantizar el respeto a los derechos fundamentales de las personas y de esa forma, abrir la conversación sobre equidad de género, democracia y seguridad.
Gracias a nuevas generaciones y cambios de paradigmas, la sociedad ha comenzado a aumentar su cuestionamiento sobre diferentes pensamientos y actitudes que han permeado por décadas; un nuevo estándar que debemos adoptar es escuchar en lugar de señalar y dejar de victimizar a quienes piden ayuda. Para combatir esto, las normas culturales que imponen la masculinidad violenta y los estereotipos de género deben cambiar. Es fundamental no denigrar el esfuerzo de las mujeres que están luchando por un cambio hacia un país más seguro.
Otra de las recomendaciones que algunas líderes del feminismo hacen a los hombres es que reconozcamos nuestro privilegio, ya que vivimos en una estructura que nos privilegia por ser hombres y aceptarlo para trabajar en conjunto con el objetivo colectivo de rechazar la desigualdad; si respetamos, ya estamos apoyando...
*El autor es médico investigador del movimiento Ciencia Previene Violencia, una iniciativa del Instituto de Salud Pública Anáhuac
victor.andradeca@anahuac.mx