A través de canales ilegales, el flujo de armas desde Estados Unidos tiene un impacto en la seguridad y la estabilidad de México, así como de los países centroamericanos. Alrededor de 70% de las armas de fuego recolectadas en escenas de crímenes en México fueron fabricadas en Estados Unidos y aproximadamente la mitad de éstas vinieron de Texas.
En México, el despliegue militar en la seguridad pública ha aumentado constantemente a lo largo de los años, según cifras oficiales, entre 2006 y 2019 más de 650 mil elementos del Ejército y 115 mil de la Marina recibieron la tarea de apoyar a la policía para combatir el tráfico de drogas. Sin embargo, al menos 90% de los crímenes en México no son investigados y una tasa de impunidad de 99.3% permite que los responsables eviten una sentencia. El enfoque de salud pública permite identificar agentes, vectores, entornos y huéspedes afectados por la violencia armada, de manera muy similar al estudio de una enfermedad.
Como miembros fundadores de la Red para Prevenir la Violencia Armada en las Américas, el Dr. Arturo Cervantes, titular de la Cátedra Carlos Peralta en Salud Pública de la Universidad Anáhuac México y el Dr. Stephen Hargarten del Medical College of Wisconsin, defienden el uso del modelo de salud pública para abordar la violencia armada, destacando su innovación y el enfoque basado en evidencia.
Es urgente un cambio de perspectiva por parte de los gobiernos involucrados, en particular, los gobiernos de México y Estados Unidos de América. También es necesario reconocer que combatir la violencia armada a través de la militarización quizá no tiene el efecto deseado y tal vez perpetúa la violencia contra las poblaciones vulnerables, en particular para los migrantes a lo largo de nuestras fronteras. 
victor.andradeca@anahuac.mx