Hace 20 años exactamente escribía un breve artículo para un periódico local donde hablaba de lo que era el comercio electrónico, aquella novedad de la cual había poca información, al menos en nuestro idioma. Con el paso del tiempo–los avances tecnológicos y esfuerzos de algunas empresas para entrar al mundo digital– el comercio electrónico comenzó a crecer en México. Como en cualquier innovación, algunos consumidores (adoptantes tempranos) se sumaron a esta práctica de manera fácil. Otros la observamos como un objeto de estudio interesante, pero sin adoptarlo totalmente en nuestras vidas diarias.
Datos de la Asociación Mexicana de Internet, indican que, en la última década, el incremento en el valor del comercio electrónico en nuestro país es de un 39 por ciento en promedio. Según la consultora Kantar, en comparación con otras industrias, el comercio electrónico es el que reportó el crecimiento más alto en 2019, un 22 por ciento. Aunado a ello, la llegada de la contingencia sanitaria global y la crisis económica que comienza, ha confirmado este escenario. Ya no es sólo el segmento de los jóvenes el que es activo en esta materia, ni se limita la compra en línea al transporte.
El comercio electrónico está teniendo sin duda un papel de gran relevancia en el momento que nos toca vivir. Como bien se ha dejado sentir, sus ventajas resultan en algunos casos (como el de los adultos mayores) de primera necesidad. Lo que antes era una conveniencia o diversión se ha convertido en una práctica a lo que poco a poco somos más los que nos sumamos a ella. Hay estimaciones que predicen que el comercio electrónico se adelantará dos años a su nivel esperado de crecimiento (Hernández, 2020).
Vale entonces la pena preguntarse, ¿qué efectos tendrá dicho crecimiento en la innovación? Es decir, ¿se generarán nuevos procesos? ¿Nuevos flujos de información? ¿Nuevos servicios? ¿Nuevas estrategias de distribución? ¿Nuevas formas de posicionar un producto? ¿Nuevos modelos de negocio? ¿Nuevos modelos mentales? ¿Nuevas estrategias educativas? ¿Nuevas habilidades laborales? ¿O habrá actividades que no deban ser alteradas? Un ejemplo es el cambio en tiempos de entrega, que no implica sólo más contrataciones para cubrir la demanda de las transacciones en línea sino un cambio en procesos internos que permitan seguir operando de manera eficiente.
Lo que es claro es que, el comercio electrónico que llegó como un cambio de paradigma e inició de manera tímida en algunas economías de la región, ha recibido un impulso. Y como efecto dominó, un cambio lleva a otro. El impulso que veremos en la innovación en consecuencia será evidente.
Referencias: Hernández, M. (2020) El coronavirus acelerará hasta 2 años la adopción del e-commerce en México. Forbes. Recuperado de: www.forbes.com.mx/tecnologia-ecommerce-coronavirus-adopcion-mexico/ .
MANUELA GUTIÉRREZ-LEEFMANS
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