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Apuntes sobre el presupuesto

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Me ha sorprendido la cobertura que ha tenido el paquete económico para 2020. Me gusta que la forma en la que el país gasta y recauda sea sujeta a debate. No niego la importancia de la información presentada el domingo, pero valdría la pena recordar que el presupuesto de egresos todavía tiene que ser discutido en la Cámara de Diputados, quien tiene hasta el 15 de noviembre para aprobarlo. La ley de ingresos deberá de pasar primero por la cámara baja para ser aprobada por el Senado antes del 31 de octubre. Si bien los paquetes económicos suelen llegar al legislativo con un amplio camino andado, suele haber cambios. Todos querrán mayor gasto en sus sectores de interés al tiempo que probablemente se incrementen los ingresos esperados con ajustes de un plumazo en el tipo de cambio o en el precio del petróleo.

Los grandes números del presupuesto reflejan un compromiso con la estabilidad fiscal. El incremento del gasto planeado es moderado. En términos reales, se plantea gastar 0.8% más que lo aprobado para 2019, rebasando los 6 billones de pesos. Se buscará un déficit equivalente al 2.1% del PIB, consistente con un superávit primario —ingresos menos gastos sin incluir intereses— de 0.7%. Ya no se buscará un superávit primario de 1.3% como se planteó en abril de este mismo año.

El proyecto de presupuesto para el año entrante, como ha sido el caso en muchos presupuestos anteriores, prioriza el corto plazo sobre el largo. Cada administración tiene retos particulares y usa los recursos a su alcance para afrontarlos. En esta ocasión, el presidente destina, en términos generales, mayores recursos para seguridad y para fortalecer a Pemex. La primera prioridad es evidente y sustentada por las terribles cifras de seguridad de los primeros meses de esta administración. Pemex, por su parte, recibirá fondos por 86 mil millones de pesos y el mercado y las calificadoras tendrán que decidir si esos recursos, más allá de la estrategia de negocios de la petrolera, son suficientes para mantener la calificación crediticia.

La inversión pública alcanzará nuevos mínimos. Si se continúa con lo planteado en el proyecto de presupuesto, ésta representará únicamente 1.5% del PIB. El nivel de desarrollo de México hace necesaria una inversión mayor en monto y por supuesto, en calidad. Los proyectos prioritarios del presidente, que no necesariamente repercutirán en mayor crecimiento y desarrollo para el país, siguen siendo el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas. México necesita tener más inversión productiva, tanto privada como pública. Un monto de alrededor de 25% del PIB es deseable para un país en el estado de desarrollo de México. Hoy ese porcentaje es 21.6%, formada en su mayoría por inversión privada.

Los supuestos de crecimiento económico son optimistas, entre 1.5% y 2.5%, mayor al consenso de 1.4%. Pero donde quizás el optimismo es demasiado es en la plataforma de producción petrolera. Se estima producir alrededor de 2 millones de barriles de petróleo en promedio diarios, un incremento de 17% de la producción actual.

Es un presupuesto sin sorpresas. No pidámosle que cambie la dinámica de crecimiento del país porque no está diseñado para ello.

@ValeriaMoy

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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