La Independencia de México fue posible gracias al trabajo político. Fue hace 200 años y el principal protagonista fue Agustín de Iturbide un soldado del Rey de España que por años persiguió y combatió a los insurgentes. Se escucha a blasfemia en contra de los caudillos Hidalgo y Morelos, pero la verdad es que la independencia lo alcanzó Iturbide en 1821.
Ya habían pasado 10 años de una guerra infructuosa iniciada por Miguel Hidalgo. Ya habían caído Morelos y miles de guerrilleros en nombre de una independencia que se veía aún muy lejana.
Solo prevalecía Vicente Guerrero. A Iturbide le ordenaron someterlo. Al valorar que esa misión sería larga y azarosa, decidió, entonces pactar. Cambio las balas por cartas en donde argumentaba que ambos buscaban objetivos similares. Después de convencer a Guerrero trabajó en el convencimiento del Virrey Apodaca, a los jefes de la Iglesia y a muchos militares realistas. Escribió el Plan de Iguala en donde incluyó a todos, interpretó ideas y compartió el mérito.
La sutileza política de Iturbide lo hizo intuir el momento propicio para separarse de España porque España misma vivía confusión. Entre marzo y septiembre de 1821 se movió personalmente por el territorio para dialogar con jefes militares y políticos. Se adelantó a recibir al nuevo Virrey Juan de O´Donojú y lo indujo de firmar el tratado que abría la puerta a la independencia.
No fue la guerra, fue la política la que enfiló a firmarse el acta de independencia el 27 de septiembre cuando todas las piezas se habían acomodado para que nadie pareciera vencedor ni vencido.
Luego, la soberbia venció a Iturbide y se hizo emperador solo por 11 meses.