Durante estas pasadas elecciones muchos hicimos un enorme esfuerzo para no romper con amistades, e incluso familia, porque pensaban distinto a nosotros.
No siempre lo logramos, pero espero que aún no sea tarde. Lo cierto es que vimos demasiados mensajes que decían: “Si vas a votar por tal o tal no quiero ser tu amigo en Facebook” o “no me sigas si eres del ESE partido político”. Y eso es lo que pasó en redes sociales. La vida real se alteró aún más. Y miren, si todavía puedo querer a mi pariente gringo que sigue mandando memes pro-Trump, puedo con casi lo que sea si de salvar una amistad se trata.
Son tiempos en los que parece que estamos convencidos de que quien no piensa como nosotros es o “estúpido” o “vendido”.
Y considerando que el tamaño de fragmentación que hay respecto a la forma que entendemos nuestra política, la de otros lados o incluso las guerras del mundo, tal vez es hora de que tratemos de ver más allá de nuestra propia experiencia. Sí, sí hay gente que intercambió sus alianzas por conveniencias materiales, y eso es difícil de superar en una relación cuando tienes convicciones. Eso aplica a artistas y políticos, así como a seres muy cercanos. Pero no conocemos las intenciones de todos. Y no tenemos que estar de acuerdo siempre. Hoy es hoy y este es el México que existe a partir del 3 de junio de 2024.
Dudo que cuando lean esto ya estén completamente resueltos los temas de las boletas de ayer. Últimamente lo que sea que pase con la democracia tiene que pasar por una horrible resistencia. Pero sea lo que sea que estemos viviendo hoy (esto lo escribo mucho antes de que cierren las casillas) no podemos vivir peleados con la otra mitad del país. De la gente en nuestra vida.
Dejemos de pensar en términos de “chairos” y “fifís” porque eso no cambiará nada. Resolvamos y exijamos como ciudadanos, no como si esto fuera el América-Pumas. Nos conviene a todos.
