¿Ya vieron la miniserie documental de Netflix llamada Bailar para el diablo? Yo no estaba muy interesada en ver cómo unas hermanas influencers de TikTok que bailan increíble acabaron separadas por un drama personal. Es dificil en estos días saber qué conflictos son reales y cuáles son montados; empecé a verlo y me pareció interesante que en medio de todo esto se hablara de que un culto religioso podría, o no, tener secuestrados a un grupo de famosos de internet con juegos mentales. Ahora no doy crédito de todas las cosas que me parecen aterradoras de esa serie.
Es imposible acabar una serie como esta, o para el caso una como Baby Reindeer o la de Paco Stanley en Amazon, sin brincar de ahí a YouTube para averiguar más, el otro lado de la historia. Bailando con el diablo es más de lo que esperaba.
Salí preocupada por saber cuántas formas usan para atraer a los más incautos creadores de contenido. Fue interesante regresar a ver los videos originales de las protagonistas, las hermanas Wilking, y ver lo que no se dice en el documental que solo cuenta un lado de la historia (los acusados, una iglesia y los encargados de una compañía llamada 7MM que no quisieron responder).
Lo que más miedo me dio fue ver a una familia suplicando porque su hija vuelva a ellos sin dejar de hacer bailes. Da miedo ver gente sufriendo pero incapaz de quitarse ese personaje del que viven en redes sociales para resolver un horrible drama real. Hay más que comentar, seguiremos vigilantes porque lo que sea “realidad” cada día es más confusa.
