“Nunca volveré a ser un meme, prefiero quedarme sin moverme que ser arrastrada por ser yo misma. Les mando amor”, escribió Selena después de que se hiciera viral su reacción en los premios MTV ante la premiación de Chris Brown, un músico muy talentoso, pero también un hombre violento, que en su historia destaca por golpear a sus parejas; a Rihanna hace algunos años.
La cámara captó su rostro fruncido cuando Brown ganó su premio, el Moonman, por Mejor Grabación en R&B, lo cual se volvió tendencia y de ahí las miles de notas “informativas”. “Selena obviamente no cree en darle segundas oportunidades a la gente en la música”, escribieron en un medio mexicano. ¡Por favor!
Disculpen, pero esto me enfurece. ¿Ya no son las redes, sino los medios los que no solo juzgamos la intención y todo el pensamiento de una persona por la expresión de su rostro? ¿Y estamos bien con ser tales terroristas emocionales al grado de que la chica pide por favor que no la hagamos meme, y promete quedarse quieta con tal de que no lo hagamos? ¿Nos damos cuenta del nivel de hostigamiento al que nos vendemos por unos clicks?
Y no, no solo viene con la fama. Nadie está a salvo de ser observado, grabado y vapuleado por una reacción que es humana, solidaria, honesta y que no duró más de un segundo. Se sabe todo lo que ha tenido que sobrevivir Selena, pero ¿preferimos juzgar porqué expresó que no le gusta que gane un golpeador declarado? No. Selena no pide mucho. Pero no hay empatía ni compasión en un mundo de clicks y likes. Es agotador.