Hace ya más de una década, en este mismo espacio, escribí un texto preguntando qué debíamos hacer con los spoilers en la era de Netflix. Fue espectacular la respuesta de la compañía porque nos invitaron a sus oficinas para decirnos que ellos mismos estaban tratando de averiguar eso. Eran los tiempos de Orange is The New Black, House of Cards y Stranger Things, todas cambiaron la forma en la que veíamos la television para siempre, pero me preguntaba yo como reportera: ¿cuándo debía hablar de los grandes giros en las tramas? ¿Cuánto tiempo era el correcto para hablar de las cosas sin hacer un mal servicio a nuestros lectores y arruinar la serie? ¿Cómo podían ellos promover sus contenidos sin perder el elemento sorpresa? Y esto estaba apenas empezando.
Hoy, con tanto servicios de streaming hay una especie de sensacion que las series populares hay que verlas en el momento que se suban o se arruinaran las sorpresas. Eso esta pasando con La casa del Dragón, de HBO, porque la gente es brillante haciendo memes que bien podrían arruinar el capítulo para muchos si se lo topan antes de verlo.
Cuando empezaba Game of Thrones era verla el domingo en la noche a la hora establecida o sufrir de algún amigo que lo contaria todo. Las redes sociales han apurado tanto este proceso que es casi imposible llegar sin saber qué va a pasar si no tiene uno la cita exacta.
Imaginen los tiempos, centennials: cuando alguien trataba de grabar su partido de futbol para llegar a casa a verlo en VHS y una mirada perdida a la tele en el restaurant arruinaba todo. Eso pasa ahora, pero con más ventanas para el spoiler; me atrevo a decir que más malicia de algunos que gozan de hacernos saber que lo vieron primero. Como prensa, firmamos uno y mil documentos legales cuando vemos algo antes para hacer reseñas, pero las redes y los fans causan pérdidas.
