No es la primera vez que Alejandro Fernández defiende el tema del compositor Manuel Eduardo Toscano a sabiendas de que se va a meter en una polémica muy seria, y hace años se podía entender su razón. La canción está construida por metáforas que, según su autor e intérprete, “mátalas” equivale a “ámalas”. Aseguran que ese es el mensaje y comprendo que sea la intención. Sin embargo, hay veces que el contexto o cambia o empeora, y en un país donde no podemos ver una red social o medio sin que leamos de un feminicidio más, podría ser un buen momento de pensar no en lo que se quiso decir sino en el cómo está siendo leído por millones.
Como fan de Alejandro Fernández y de la libertad artística comprendo su renuencia a dejar de cantar uno de sus decenas de éxitos. Incluso de cambiar la letra, como fue aceptado por su compositor, pero tampoco podemos dejar de lado que cada vez queda mucho más claro que en nuestras más bellas tradiciones se puede esconder la percepción cultural de cómo nos tratamos entre nosotros. Y las mujeres lo sabemos bien.
Hace varios años la directora del Instituto Nacional de las Mujeres levantó la queja, y Alejandro le acabó mandando flores. Hoy ha cambiado el discurso explicando que la canción es de amor y no apoya la violencia, porque está en “pro de las mujeres”, aunque cada uno entiende al mundo desde sus propias experiencias. No, no está buscando promover la violencia, de eso estoy segura. Y no, no creo que todo sea blanco y negro, mucho menos en el arte, pero antes de ponernos a gritar que lo cancelen, como él mismo advirtió esperaba que no ocurriera, creo que es una gran oportunidad de tener esa conversación. Sobre lo que comunicamos, cómo es recibido y por quién. Lo veo como una buena oportunidad para llevar el
tema a una mesa de discusión mucho más amplia. ¿Qué opinas Alejandro? ¿Lo hacemos?
