Hace pocos días una carta atribuida a Osama Bin Laden llego a manos de cientos de influencers y lo que pasó es probablemente uno de los ejemplos más enfermos de cómo la estupidez, la desinformación y el negocio de los clics puede ser más destructivo e infame como fenómeno social. Básicamente todos ellos subieron historias y al mismo tiempo se identificaron y compartieron, con las mismas palabras la razón que daba para los atentados del 11 de septiembre de 2001. Sí. Hablo de la generación de hijos y nietos estadunidenses de las víctimas de esos atentados.
¿Ahora resulta que Bin Laden es un pinche héroe para la juventud de EU y el mundo occidental? Muchos de estos tiktokeros no habían nacido cuanto pasó todo. Pero solo han sido poco más de 20 años. Esta “Carta para América” había sido publicada en todo un artículo con mucho más contexto hace muchas años en The Guardian. Y justo ahora, de pronto para ellos el terrorismo romantizado en ese escrito les iluminó sus deseos de justificarlo y de ser posible monetizar un montón de clics en el proceso. Esto no pasó sin querer y esos mensaje se veían igual que los que hemos visto cuando contratan influencers para partidos políticos. Mismas palabras todos. Todo se sube al mismo tiempo. En un momento histórico horriblemente volátil y delicado.
Y no. No es una versión nueva de las teoría de la conspiración de siempre. Ninguno de ellos vive en un régimen autoritario y represivo. ¿Por qué lo hicieron? ¿Por popularidad? ¿Por el extremismo woke? ¿Por monetización? ¿Por ignorancia? Pasarán a la historia como aceleradores de odio y desinformación. Si no levantamos la voz ahora, ¿cuándo?