Era 13 de enero de 1981 en Zacatecas. En esa mañana fría, una Institución y la sociedad se estremecieron con el asesinato de dos policías federales de caminos.
En esas fechas (una situación a la que tristemente regresamos), las carreteras de Zacatecas eran utilizadas con frecuencia por las mafias delictivas dedicadas al narcotráfico y robo de vehículos. Procedían de Jalisco y otros estados del país, buscando llegar a la frontera.
El Capitán de la Policía Federal de Caminos, Rafael Díaz Durán y el Teniente Francisco Javier Peña Téllez, originario de Tamaulipas, fueron comisionados a un puesto de inspección de la Carretera Federal 458, rumbo a La Escondida.
Se ubicaban justo frente a la gasolinera conocida como “El Pilar”, cuando recibieron información sobre la presencia de delincuentes procedentes de Guadalajara y dedicados al robo de vehículos, ante lo cual estaban alertas.
Alrededor de las cuatro de la mañana, tres flamantes autos Le Barón negros llegaron a abastecerse a la gasolinera que los policías federales tenían en frente.
Congruentes con su misión, se acercaron a los vehículos, uno por cada lado de las ventanillas, a solicitar la documentación al conductor.
Los misteriosos viajeros no llevaban ningún papel, lo que en ese entonces ameritaba al menos una fuerte infracción.
No imaginaron que sería la última revisión que harían.
En ese momento los cañones de las metralletas se asomaron y bajo una lluvia de balas, cayeron abatidos los sagaces policías.
El Capitán Díaz Durán, moribundo, alcanzó a sacar su arma y en un último esfuerzo, disparó a sus asesinos. El Teniente perdió la vida de manera instantánea.
Dos de los tres vehículos fueron encontrados en abandono, uno de ellos en la entrada de Fresnillo y el otro en la carretera de Ojuelos. En ellos se observaron rastros de sangre.
Sus muertes causaron conmoción a nivel nacional. El cantante Ramón Ayala incluyó en su repertorio la pieza “El Federal de Caminos”, inspirada en esta valiente pero trágica historia: “Era de verdad muy hombre, al peligro desafiaba, honor le hacía al uniforme y a la escuadra que cargaba”.
En Zacatecas, el compositor y cantante Julio Sierra, les dedicó el corrido “El Capitán y el Teniente”, como un homenaje a su memoria. “Quiero que recuerden esto y lo lleven bien presente, el Capitán era hombre y el Teniente era valiente”, cierra la canción.
Esos eran los tiempos en los que las muertes de policías eran noticias extraordinarias y en la que su valentía era el tema de una canción.
Descansen en paz todos aquellos que han dado su vida a México, incluso estando en vida.
Sophia Huett