Nuestro señor gobernador de Oaxaca prepara su "consulta pública" sobre la pertinencia o no de construir el Centro Cultural y de Convenciones en el cerro del Fortín, una obra propuesta, protegida e impulsada por él.
La consulta tiene, por lo pronto, varias absurdas peculiaridades:
Se refiere a una obra en acelerada construcción. La consulta la propone e impulsa el gobierno de Oaxaca, una de las partes, sin validarse metodológicamente ni acordarse antes un procedimiento abierto, informado, política y técnicamente válido para arrojar un resultado confiable y verificable, cualquiera que este sea.
El ejercicio que se promueve, al frente de los empresarios–funcionarios, es un recurso de ocasión para legitimar el abusivo "proyecto" del centro de convenciones en pleno cerro del Fortín. Una vez descubierto el ridículo gambito de la embajadora patito de la Unesco, acuden a una consulta viciada de origen.
La construcción de la mentira quiere seguir avanzando a paso acelerado. Justo a la que se crece la presencia del concreto para un estacionamiento de 600 vehículos que dará servicio al centro de convenciones. Quienes nos oponemos al proyecto, con argumentos y razones jurídicas y técnicas, sociales y de toda índole, sabemos de antemano lo difícil que es ganar en los volados a un merenguero.
Es tiempo de denunciar esa pantomima de consulta. El día 8 de octubre, a alguna hora, el propio gobernador y su secretario de Turismo dirán, quizás, al frente de quienes quieren esa obra y negocio a toda costa en ese y no en otro lugar: ¿ya lo vieron? Se los dijimos. El pueblo habló y quiere que le plantemos su centro de convenciones justo en las narices.
Que quede claro: la consulta debió hacerse antes, no después de derruir y perforar enormes laderas de un espacio protegido por leyes nacionales e internacionales, precisamente por estar considerado por la única y verdadera Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La amañada consulta preguntará —como si el tiempo fuera un chicloso quesillo— si se está de acuerdo o no con una obra que lleva tiempo construyéndose día y noche. ¿No es esto absurdo?
No es mi especialidad conocer las diferencias entre un referéndum, una consulta pública, una encuesta o un plebiscito. Solo estoy seguro de una cosa: si no se organiza con una representación abierta que discuta sus características, alcances y pormenores, la consulta terminará pareciéndose más a un acarreo, a una cargada que reparte dádivas a cambio de aprobación y de votos en pro del centro de convenciones.
Tan lamentable como la decisión de quien —por ser gobernador incluso de quienes también disienten de él— no tenía derecho alguno de satanizar personalmente a Francisco Toledo y al suscrito como enemigos del desarrollo de Oaxaca por oponernos al Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca. Azuzar contra nosotros a quienes apoyan al gobernador y a sus poderosos amigos funcionarios-empresarios es algo que no puedo dejar de lado
La actitud del gobierno vulnera la garantía de seguridad de nosotros, pues un comentario de esa naturaleza desde la cima del poder estatal equivale a una sentencia, o al menos así lo podrían interpretar quienes en un afán de congraciarse con el poder estarían dispuestos —como se los han dicho— a escarmentar a los "alborotadores", quienes no hacen sino expresar libre y legalmente sus puntos de vista en torno de una obra, cuyas consecuencias ecológicas y de ordenamiento urbano resultan al menos dignas de análisis y estudio detallado.
Por esos acudiremos a las organizaciones defensoras de derechos humanos para solicitar medidas cautelares y responsabilizar al gobernador Cué por los posibles agravios en contra de sus personas, generados por su señalamiento y sus descalificaciones.
El gobierno debe garantizar las diferencias de opinión de quienes creen en el perjuicio personal o social de una obra pública o privada o mixta, sin estigmatizarlos públicamente.
La democracia no apunta hacia un futuro brillante, si no hay una reconstrucción de un espacio de vida y de las mediaciones políticas y sociales que lo protegen. Son necesarias la iIgualdad (en los derechos) y la diversidad (en las conductas).
