El derrumbe de la iglesia de la Santa Cruz, en la colonia Unidad Nacional, en el corazón de Ciudad Madero, Tamaulipas entristeció en lo más profundo a la sociedad tamaulipeca y a todo el país.
El techo se desplomó el domingo, el día que mayor afluencia tienen los centros religiosos y justo mientras se celebraba un bautizo comunitario, una verdadera pesadilla.
Lo que veríamos hacia adelante sería el dolor de las familias, de los cercanos y de los no tan cercanos porque era imposible no compartir parte de ese sentimiento, y también vimos el esfuerzo y la solidaridad de cientos de personas así como de servidores públicos de los tres órdenes de gobierno.
Pero en este país las tragedias desnudan muchas situaciones, otra vez fuimos testigos de lo poco preparados que estamos a nivel institucional para hacer frente a este tipo de situaciones.
En los momentos posteriores al derrumbe, fue la sociedad, las vecinas y los vecinos, quienes organizaron como mejor pudieron los esfuerzos, quienes hicieron los llamados, quienes empezaron a hacer algo.
Las imágenes ahí están, de una sociedad solidaria que hizo todo por apoyar. Y no hablo contra un color político, porque sería absurdo pensar que este señalamiento es para un color, ellos son lo de menos.
También en gobiernos emanados de otros partidos y en otros momentos, hemos visto situaciones donde la falta capacidad de reacción puso en peligro y costó vidas.
¿No se les ponía la piel “chinita” cuando circulaban videos pidiendo lámparas y baterías al acercarse la noche?
Era de no creerse la falta de instrumentos para atender la contingencia cuando lo que se necesitaba era convertir la noche en día.
¿No se les ponía “chinita la piel” cuando en hospitales pedían analgésicos y material de curación? Una vez más, ahí estaba el desabasto de medicamentos que tantas voces hemos señalado y que han negado hasta el cansancio.
La tragedia ocurrió en una zona metropolitana, en una zona de las que más hospitales tiene en todo el estado, no fue en un municipio rural y el sistema de salud se vio rebasado a momentos para atender a alrededor de 60 heridos.
Producto de este accidente, 11 personas perdieron la vida. No hay palabras que alcancen para expresarles a sus familias nuestra solidaridad en estos momentos tan complicados.
Ojalá que nunca vuelva a pasar nada así, que aumente la capacidad de respuesta, que nuestras oraciones y buenos deseos sean escuchados.
Desde aquí el reconocimiento a una sociedad enormemente solidaria.
