Esta semana, la vida me ha puesto frente a muchas personas mayores. Apenas ayer en el supermercado, una mujer de edad avanzada preguntaba si podía ayudarme a guardar las compras. Eran casi las 10 de la noche, y en la Ciudad de México llovía y hacía frío.
No soy absolutamente nadie para decir qué debe estar haciendo o no una persona, menos una de quien desconozco su vida, sus batallas y sus circunstancias.
Pero no pude evitar pensar que ella no debería estar ahí; no a esa hora, no en ese clima y no en una tarea que está prácticamente extinta tras la salida de las bolsas de plástico.
Solo pensaba en que esa señora merecía estar en su casa y no trabajando, disfrutando de alguna película, de alguna novela o de algún té. Acepté su apoyo, y al despedirme manifesté mi admiración y mi deseo de que Dios me la cuidara siempre.
Esa fue la señal para que decidiera hacer esta columna tras una semana llena de este tipo de circunstancias. Una columna que solo busca decirles a todas y a todos que ojalá nunca se nos olvide que llegar a una edad avanzada en un mundo como el nuestro no es una hazaña menor, y menos en un país como México.
Que nunca se nos olvide que esas personas han navegado por décadas de cambios personales y sociales, en crisis y en bonanza, y han adaptado sus vidas a realidades y tecnologías con las que no crecieron.
Que nunca se nos olvide que las personas mayores han tenido que reinventarse, quizá en muchas ocasiones a lo largo de una vida, para seguir adelante, para seguir luchando por ellas mismas y, en un porcentaje seguramente muy alto, por sus familias.
No basta la gratitud a momentos, el respeto debe ser permanente. Esta columna reitera con la máxima con la que crecimos: respeta a tus mayores, y sí, respétalos siempre, no importa la prisa, no importa la premura de un tema, respétalos, agradéceles, reconócelos.
Cada arruga, cada cicatriz, cada cana son símbolos de resiliencia, de sabiduría y fortaleza.
En un mundo que a menudo solo valora la innovación y la juventud, la sabiduría de décadas puede ofrecer perspectivas únicas.
Mi admiración a su capacidad de adaptación, a su valentía para enfrentar las pérdidas y también las victorias. Que nunca se nos olvide todo lo que valen y todo lo que representan.
Como decía Mark Twain: “las arrugas deberían indicar simplemente donde han estado las sonrisas”.
