Vuelve el sainete Colosio, con todo y un detenido por cortesía del nuevo aparato judicial de este país, Jorge Antonio Sánchez, un antiguo agente del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), a quien le ha caído encima la acusación de haber sido el “segundo tirador” en el magnicidio de Lomas Taurinas.
En su momento apareció también otro asesino, aparte de Mario Aburto, miren ustedes, igualmente encarcelado, pero resultó que no, que había sido un montaje de uno de los seis fiscales especiales que han llevado el caso. Se llamaba Othón Cortés el hombre y tuvo que intervenir un honorable juez de los de antes para exonerarlo y lograr su liberación.
En la investigación del asesinato se acumularon casi 70 mil fojas en el expediente, hubo prácticamente un millar de diligencias y se registraron unas 2 mil declaraciones. El último fiscal especial, Luis Raúl González Pérez, cerró el proceso concluyendo que no se trató de un complot sino de la acción de un asesino solitario.
Al respetable público, marcado indeleblemente por la mexicanísima genética de la suspicacia, la sospecha y la desconfianza, no le convenció en lo absoluto el desenlace de la novela. La rentabilidad política del tema, entonces, sigue siendo enorme: remover las cenizas, sembrar dudas, encontrar nuevos culpables y fabricar teorías conspiratorias es algo tan tentador que no se puede dejar pasar.
Y, pues sí, ahí va ya doña 4T, con un gran sentido de la oportunidad, a reabrir heridas y, de paso, desviar la atención que nosotros, los del populacho, podamos estar centrando en temas como la muerte del valeroso Carlos Manzo y, qué caray, decenas y decenas de otros asuntos muy peliagudos.
Porque historias no faltan, vaya que no: hablando de homicidios, justamente, no sabemos cómo estuvo la cuestión de los dos ayudantes de la jefa de Gobierno ejecutados en Ciudad de México ni nos queda nada claro que el mismísimo Ministerio Público del estado libre y soberano de Sinaloa haya intentado encubrir el asesinato de Héctor Cuén durante el secuestro de Ismael El Mayo Zambada ni entendemos tampoco lo de La Barredora, una organización criminal dirigida ni más ni menos que por… ¡el que fuera secretario de Seguridad Pública de Tabasco!
¿No podrían, si fueren tan amables, comenzar también a detener a “segundos tiradores” para resolver estos asuntos?