La sentencia de Fernando Savater es inapelable y debería de estar esculpida en monumentos a lo largo y ancho de este país: “Un pueblo sin educación es un pueblo ingobernable”, declara sin mayores ambages el pensador español.
Pues, con el permiso de ustedes, importemos a estos pagos esa máxima, con la urgencia que merece la ocasión, y procedamos así a descifrar el comportamiento de los aficionados que se siguen emperrando, contra viento y marea, en lanzar el grito ‘puto’ cuando el guardameta del equipo contrario despeja el balón.
No es necesariamente un epíteto sexista y discriminatorio sino un mero insulto que acostumbramos los naturales de Estados Unidos Mexicanos y que podríamos sustituir, ya debidamente domesticados, por su exacto equivalente –el ‘pendejo’ de uso tan universal como frecuente— y así despreocuparnos de ser sancionados por nuestro comportamiento en las tribunas de los estudios.
Pero no, los ineducados asistentes a los partidos de fútbol que se celebran en el vasto territorio patrio no entienden de razones ni de advertencias. Más allá de las consideraciones sobre la naturaleza primigenia de la palabrota (o sea, de que fuere un término dirigido expresamente a humillar a una minoría o, por el contrario, de que no pase de ser una simple injuria incorporada al habla cotidiana y, en esa condición, algo no tan ofensivo y censurable), bastaría con que el grito fuera prohibido por el organismo rector del balompié para que los aficionados acataran la interdicción y sanseacabó.
Estaríamos hablando, en este caso, de personas provistas de una mínima civilidad y, por lo tanto, dispuestas a seguir las reglas. No ocurre así, desafortunadamente: se trata de turbas integradas por sujetos carentes de toda sensibilidad y completamente inmunes a los dictados de la razón. Gente que, por las lagunas en su formación y por no haber asimilado los más elementales valores, no sabe de normas ni tiene la capacidad de respetar a los demás. Gente que nos va a hacer pagar a todos los aficionados las consecuencias de su rústica incultura porque, de seguir así las cosas, la FIFA excluirá a México del Mundial de Qatar.
Lo dicho: bárbaros ingobernables. Son el más puro ejemplo del estrepitoso fracaso del proyecto educativo de esta nación. Y no parece haber remedio a la vista, señoras y señores. Eso es lo peor.
Román Revueltas Retes