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Arqueología sonora

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  • Rodrigo Ruy Arias

Investigadores del sonido, los coleccionistas de álbumes de música electrónica, rock y jazz progresivo del siglo pasado, formábamos una hermandad. Nos uníamos en torno a las nuevas producciones, los discos “raros”, hablábamos de las portadas, finalmente, nos sumergíamos en las sonoridades, en los mares de la alucinación.

En aquel ayer inexistente, La Manzana Verde, El Quinto Poder y “Track” de Polifonía, eran las tres discotecas (que no discoteques) en Guadalajara, en donde podíamos adquirir –algo que se complicó con la devaluación del peso en los ochentas, al cuadruplicarse, de un día para otro, el valor de los discos-, la música de TangerineDream, Triumvirat, Ekseption, National Health, Hatfield and The North, GentleGiant.

Había tiendas de discos underground. Micro negocios en donde aventureros del sonido exportaban música de las bandas europeas, canadienses y estadounidenses del rock progresivo “más fino”.

Difícil olvidar una tarde lluviosa en que Juan Antonio Lira Aguirre –mi amigo, y uno de los mejores coleccionistas de clásico y rock en Jalisco- y yo, caminamos por calles desconocidas hasta llegar a la casa de un trotamundos recién llegado de Canadá. El hombre abrió una enorme caja de cartón y pudimos admirar –con admiración onírica-, los discos de Gryphon, StomuYamashta, Gong, Faust, Enid.

A mediados de los ochentas, con el fenómeno de la globalización, los discos de 33 –hermosos especímenes de mediano formato-, cedieron su lugar a los CD´s. Para nosotros, los coleccionistas, aquello fue un duro golpe. Entramos en shock. Imposible imaginar que fueran a desaparecer los LP´s. Con el tiempo, la pesadilla se hizo realidad.

Esta historia viene a mi mente porque con la globalización también comenzó el boom de la era digital. A través del Internet podía uno acceder a información inimaginable. Con sólo poner una palabra en el buscador, los primeros enrutadores –el Terra de la prehistoria-, nos llevaba, después de varios tonos, a los paraísos artificiales –parafraseo a Baudelaire con ligereza, lo sé-, o la realidad virtual.

Hoy, en los albores del siglo XXI, la cantidad de material visual, sonoro, al que se puede acceder con la computadora, es cultura de masas. Las bandas de los setentas, de los ochentas, de rock progresivo, jazz progresivo, están ahí, en el gran cerebro del ciberespacio.

Uno puede escuchar y ver las portadas de grupos que antes eran prácticamente imposible conseguir. También encuentra uno rarezas hundidas en los abismos de la rareza: MayBlitz, Egg, Warhorse, Rare Bird.

Arqueología sonora le llamaremos. En la música, hay discos de culto –como en el cine-, que hay que volver a disfrutar. Pero fundamentalmente, la historia de la música del rock y la electrónica, sólo es posible si se revisa el devenir histórico de esas bandas de rock progresivo, que navegan desde las aguas del origen.

Correo electrónico: leverkhun1@outlook.es

Twitter: @AlterRuy

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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