Llevo toda la noche intentando acordarme de la primera nota que escribí hace 17 años para la agencia Proceso. Fue en noviembre de 1997, de eso estoy seguro, y fue algún tema deportivo o taurino.
Culpable de que practicara el oficio de periodista fue Rafael Ocampo, ahora director de este diario y un amigo, hermano mayor.
La vida me llevó después a la televisión al entrañable CNI Canal 40, mi vocación. Pero el periodismo deportivo siempre acechó, siempre me sedujo a regresar.
Así acabé como editor general de este histórico y venerable diario. A La Afición mis respetos, a mis compañeros en el oficio de contar las grandes hazañas, los pequeños detalles del deporte, mi cariño y agradecimiento.
Me fui a Milenio Televisión, pero conservé con mucho trabajo estos Pelotazos. Entre la política, la violencia, y lo “importante” paré todos los días para ver pelotas, jugadores, equipos… Me mantuvo en equilibrio entre la horrible realidad y la magia del juego. Hoy, otra vez en noviembre, y a un año de la muerte de mi padre que me enseñó y contagió el amor al deporte, no va más… me marcho de Milenio, de la tele también, con la satisfacción del deber cumplido, con el agradecimiento eterno al ingeniero Francisco González, a Jesús y a Don Francisco. Con las enseñanzas de vida de Ciro. Con un pedazo en el alma de Fernando, Cecilia, Paloma, Carlos, Christian, Héctor Diego, Mauricio, Guillermo y todos los demás. Sin palabras que puedan explicar lo que me dejó mi maestro Roberto López.
Acaban pues los Pelotazos, aunque creo que el periodismo deportivo me volverá a reclamar algún día. Como un derecho a la propia defensa sobre lo que se escribió durante más de nueve años en este espacio, recurro a Cervantes y su Quijote: “Tú, lector, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más…”.
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