
En México la publicidad exterior corrompe impunemente a la democracia. El escándalo que llueve sobre la cabeza de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de Ciudad de México —por la campaña de mil 200 anuncios colocados para promover su imagen en todo el país— recuerda cuánto apesta este negocio y también cuán fácil es para quienes aspiran a un puesto de elección popular dejarse seducir por los sobornos de sus dueños.
Pesan sobre Sheinbaum 13 sanciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) porque esta precandidata presidencial ha incurrido en lo que la ley define como actos anticipados de campaña.
Once de esas 13 sentencias son inapelables, pero la jefa de Gobierno se excusa argumentando que, en realidad, es el INE quien la castiga porque le tiene ojeriza.
Tan irrelevante le parecerán las penalidades del TEPJF que por segunda ocasión la alcaldesa se está beneficiando de una campaña masiva de espectaculares. Esta vez aparecen su silueta y el nombre de las localidades donde han sido colocados los anuncios.
El negocio de la publicidad exterior en México pertenece a un grupo muy selecto de hampones que cada vez ha ganado la batalla a las autoridades responsables de regularle. En 2005, Andrés Manuel López Obrador —siendo alcalde de la capital— persiguió al más grande de ellos: Ricardo Escoto Núñez. Bajo su administración la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la ciudad de México (Seduvi) lo acusó por el delito de falsificación de documentos.
Diez años después, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) abrió una investigación en contra de 15 empresas pertenecientes a Escoto y su socio, Luis Fernando Pérez de las Heras Pratts. De acuerdo con esta dependencia, entre 2008 y 2016, ambos sujetos habrían cometido fraudes contra el fisco por un monto superior a los 2 mil millones de pesos.
El SAT presuntamente halló actos simulados entre empresas asociadas, omisiones y alteraciones en las declaraciones fiscales, presentación de deducciones falsas y reporte de ingresos por debajo de los realmente obtenidos. Las retenciones relacionadas con las más de mil personas que entonces trabajaban para este grupo publicitario mostraron igualmente irregularidades importantes.
No hay noticia pública sobre la manera en que se solucionó este conflicto entre Escoto y el SAT, pero hay evidencia de que sus empresas continuaron siendo contratadas por los gobiernos, tanto federal como locales y, sobre todo, por las personas candidatas y los partidos.
Rentable es la empresa principal de Ricardo Escoto y a través de ella y otras sociedades este hombre controla 70 por ciento del negocio mexicano de la publicidad exterior. Su fortuna ronda los mil millones de pesos. Cuenta con centenas de estructuras que sirven para montar los anuncios de sus clientes y también con incontables inmuebles que, a lo largo de los años, ha ido adquiriendo para fijar esas estructuras sin tener que lidiar con los propietarios originales de los inmuebles.
En efecto, el negocio de la publicidad exterior es sobre todo inmobiliario. Estas empresas comienzan rentando los predios donde se fijan los anuncios y con el tiempo los compran.
Una clave de esta actividad es que permite, como pocas, lavar dinero. Los partidos políticos, quienes aspiran a un cargo de elección y muchos otros anunciantes prefieren pagar el servicio en efectivo. También optan por cobrar en metálico los arrendatarios de los inmuebles. Este es un negocio que debería ser investigado por la Unidad de Inteligencia Financiera porque es perfecto para volver legal dinero de procedencia ilícita.
A pesar de todo, Escoto ha logrado, no solo sobrevivir, sino incrementar su fortuna con cada futuro gobernante que soborna antes de que comiencen las campañas electorales.
En estos días, por ejemplo, Ciudad de México está inundada de espectaculares que promueven el gobierno del alcalde priista de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava Suárez. Todas esas estructuras son de Rentable. Lo mismo que aquellas que promocionan la imagen de la priista Alejandra del Moral, quien aspira a gobernar el Estado de México.
Además de estas apuestas, entre los personajes favoritos de Escoto, al menos desde 2017, está Claudia Sheinbaum. Hoy viene a cuento recordar que este empresario la ayudó con una serie de anuncios cuyo propósito fue deslindarla de la tragedia del derrumbe del colegio Rébsamen, el cual se encontraba en Tlalpan, demarcación que ella gobernaba en aquellas fechas.
Más recientemente, durante el verano de este 2022, Escoto regaló a Claudia Sheinbaum una campaña con alrededor de 700 espectaculares que indudablemente le ayudaron a remontar en las encuestas. Esta primera campaña masiva habría costado unos 14 millones de pesos, más los costos implicados en el traslado y la instalación de las lonas.
Aquella maniobra a favor de Sheinbaum siguió el mismo patrón que la de Alejandra del Moral en el Edomex: a partir de un supuesto intercambio entre la revista Mundo Ejecutivo y Rentable se le dio la vuelta a la ley electoral que prohíbe actos anticipados de campaña. La trampa radica en publicitar la portada de la revista en la cual coincidentemente aparece el rostro de la persona que se quiere promover. Se trata de un acto disfrazado de campaña que el INE no ha logrado sancionar con el rigor que merecería.
La campaña de verano a favor de Sheinbaum fue clave para hacerla avanzar en las encuestas que miden popularidad, dentro y fuera de Morena. Coincide con el momento en que la alcaldesa capitalina comenzó a aparecer como la candidata presidencial favorita.
La nueva estrategia de invierno, que prevé la instalación de mil 200 espectaculares, costará alrededor de 50 millones de pesos considerando, además de las lonas, la renta de las estructuras (a precio de mercado) y el resto de la logística.
(El jueves afirmé para MILENIO que el precio rondaría 28 millones, pero en esa columna no incluí todos los costos).
¿Por qué haría Escoto un regalo tan generoso a la jefa de Gobierno de la capital?
La respuesta podría estar en la gestión del plan de reordenamiento urbano de Ciudad de México que habría dejado intocados los espectaculares de Escoto, sobre todo aquellos que se encuentran en las azoteas de cientos de vecinos que se quejan porque Rentable dejó de pagarles. El intermediario para la negociación habría sido Luis Fernando Pérez de las Heras, el otro socio de este emporio publicitario.
Tan desaseado es este arreglo entre Rentable y la Seduvi que el presidente Andrés Manuel López Obrador optó por apartarse del tema. Esta misma semana declaró sin ambigüedad: “El pueblo es sabio y quien intenta pasarse de listo con el pueblo no le va bien”.
Ricardo Raphael
@ricardomraphael