El relato comenzó mucho antes de que Germán Gómez García entregara información relacionada con la empresa Metrics to Index, presuntamente dedicada a realizar campañas negras a través de las redes sociales.
El día de ayer este joven ofreció un testimonio coherente, a la vez íntimo, doloroso y difícil de desestimar, a propósito de las razones por las que decidió hacer públicas las actividades ilegales en las que él participó para esa firma.
Asegura que el estrés sufrido después de tres años de laborar para Metrics lo llevó a desarrollar un padecimiento conocido como Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), cuyo síntoma más extremo es la desconexión que un sujeto experimenta con respecto a sí mismo.
Gómez García afirmó ayer en entrevista con Carmen Aristegui que, tras un problema laboral grave, ingirió benzodiacepina en cantidad tal que puso en peligro su vida. Acepta que el estado mental en el que se encontraba —subraya que por razones relacionadas con el estrés laboral— lo llevó una primera vez a querer quitarse la vida.
Después de este episodio, los patrones de Metrics le habrían denunciado penalmente por haber sustraído equipo de la empresa sin autorización. Gómez García califica como mentirosa esta acusación e infiere que, en realidad, sus empleadores buscaban ahorrarse los costos derivados de un despido.
Esa precisa denuncia lo habría empujado, por segunda ocasión, al borde del abismo. Al parecer, antes tenía la expectativa de obtener una compensación económica ya que, según su médico, el TLP fue detonado por la dinámica tóxica de su entorno de trabajo.
Una vez estabilizado gracias al tratamiento médico, el ex empleado de Metrics tomó la decisión de responder a lo que él consideró una agresión grande hacia su persona. Entonces hizo público el trabajo sucio al que se dedicaba. Subraya que no fue por dinero que divulgó la información dada a conocer por Aristegui Noticias a principios de esta semana, bajo el titular #TelevisaLeaks, sino porque tal cosa le pareció justa.
Zoom: El trastorno que padece Gómez García no implica pérdida de conciencia y tampoco de voluntad propia. Eso es evidente en su conversación. Y, sin embargo, con tal de desestimar su voz se revictimizó y estigmatizó a quien desde un principio debió tratarse con mayor dignidad.
