En mi oficio la verdad no se pide prestada, se arrebata. No se suplica por ella, no se implora, no se ruega, se arranca de las manos del falsario.
En mi oficio quienes, como la liebre, enroscan la cola y escapan, terminan siendo cómplices de la esclavitud.
El periodismo no es para taimados, apocados, medrosos ni asustadizos. Quien lo ejerce sabe que ahí no encontrará acomodo ni cojín de terciopelo. El periodismo es alérgico a los tonos complacientes y zalameros. Abreva de una fuente opuesta: del coraje requerido para hallar las cosas ciertas dentro de la selva del engaño.
Quien lo ejerce con rigor, inevitablemente hace temblar los pilares y las trabes de la mentira, desenmascara al hipócrita y desmaquilla al oscurantista.
El optimismo en mi oficio se inspira en quienes no se quiebran ni se humillan, en quienes valoran hasta el exceso las partículas de su dignidad.
Ulises, viajero entre los primeros, escapó del cautiverio con la astucia del valiente. Por eso pudo narrar más tarde las arbitrariedades del cíclope.
Con tal de cegar el ojo del monstruo que amenazaba su libertad, fue incluso capaz de renunciar a su propio nombre.
La verdad es el punto de partida y la materia última de mi oficio. Los hechos ciertos tiran con tal fuerza de la consciencia propia que luego no es posible echar marcha atrás.
Mi oficio no sirve para despertar amores ni tampoco popularidad. Tiende más bien a ser solitario y despojado de laureles, porque descree de las reglas de la política cortesana.
Sin embargo, es tarea indispensable porque, aunque irrita, permite que las razones echen raíces profundas y que los argumentos edifiquen porvenir.
Mi oficio, como el de tantos otros afanados con el arte de abjurar, se crece ante el dilema de la hoguera. Igual que la jueza, la poeta, la científica, la filósofa o el artista toma, de entre las manos del poderoso, la verdad que los cobardes prefieren ignorar.
Zoom: En mi oficio la cobardía es tan peligrosa como solo la mentira puede serlo para la libertad.
@ricardomraphael