Así como el mitin placero es el sitio donde más cómodo suele estar, la escena internacional estresa e incomoda hasta el extremo a Andrés Manuel López Obrador.
Lo ha repetido muchas veces: no le gusta viajar fuera del país y tampoco que sus colaboradores usen recursos públicos en giras internacionales.
La excepción es Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, que en estos eventos parece más bien vicepresidente de la República. Resume el argumento la imagen del domingo de la semana pasada, en la reunión del G20, donde lucieron muy sonrientes y levantando el dedo pulgar el mandatario estadunidense, Joe Biden, y el canciller mexicano.
Sin embargo, el día de hoy López Obrador hará una excepción y abordará un avión con rumbo a Nueva York. Se trata de su segunda gira internacional en casi tres años de gobierno. Permanecerá en esa ciudad justo lo indispensable para dar un discurso en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
El martes a las 10:00 de la mañana, hora de Manhattan, México asumirá —por un mes— la presidencia de esa instancia. Durante todo el periodo será el embajador Juan Ramón de la Fuente quien ocupe ese asiento, pero solo después de que el presidente mexicano haya estrenado el uso de la palabra.
Según anunció ya, López Obrador aprovechará la ocasión para referirse a los dos temas que le obsesionan: corrupción y desigualdad. Es predecible que el mandatario mexicano vaya a enderezar un discurso en contra del neoliberalismo y sus efectos. Reclamará la concentración de la riqueza y el privilegio que son resultado de ese modelo económico y también el despilfarro y la corrupción que, en todo el orbe, han profundizado las desigualdades.
La pandemia de coronavirus servirá para abundar sobre las asimetrías. En este contexto subrayará la importancia de la iniciativa mexicana para la provisión indiscriminada de vacunas.
López Obrador cuenta con buenos asesores; si les hace caso el discurso del martes podría trascender el momento.
Eso, siempre y cuando, se aparte de su pecado favorito: la vanidad.
Zoom: Es decir, que no caiga en la tentación del autoelogio, de postularse a sí mismo como ejemplo mundial o de proponer que las políticas de su gobierno sean imitadas por el resto del planeta.
Ricardo Raphael
@ricardomraphael