Repito lo que dice la mayoría de las personas que vieron el debate: hay dos ganadores, dos perdedores y uno que se hizo notar.
AMLO gana porque no lo pudieron cazar. Todos iban con sus anzuelos, curricanes, cañas de pescar y hasta sus escopetas para cazar al Peje, pero salió ileso o con heridas que tardan menos de 15 días en sanar. Fue el epicentro de los ataques y ello, lejos de minarlo, lo fortaleció. “Me echaron montón”, y esta percepción generalizada despierta más solidaridad que desprecio. ¿Cuántos puntos subió? Esperemos las encuestas serias. Pero la percepción es que pudieron ser de tres a cinco puntos. Incluso, no haber perdido un punto ya es ganancia.
Ricardo Anaya gana, porque se consolida la percepción de que posee el segundo lugar y, por lo tanto, pudiera atraer el voto útil de esta elección, que no es otra cosa que el voto del miedo o el voto anti-AMLO.
José Antonio Meade pierde, no tanto por sus planteamientos ni propuestas de política pública (de hecho, fue el más estructurado en esta materia), sino por la pesada losa que lleva a cuestas: la marca PRI-gobierno que genera un coctel de pasiones muy insanas, desde hartazgo hasta ira, rabia y odio. La sed de castigo que tienen millones de mexicanos contra la corrupción, la inseguridad y la frustración social tienen en él un pararrayos.
Pierde Margarita Zavala, por causas similares a las de Meade. Si el priista carga una pesada losa, la única mujer en la carrera a la Presidencia carga con una loza o vajilla ligera, buena parte de ella hecha añicos, porque no quiere ni puede desprenderse fácilmente de los negativos que generó el gobierno de su esposo Felipe Calderón. Seis de cada 10 personas no la ven como “independiente”, sino como panista desencantada o la esposa de Felipe Calderón, y esto opaca todos los demás atributos y cualidades que innegablemente posee como persona.
El Bronco brincó el cerco de la indiferencia con sus gracejadas norteñas y su lance fundamentalista azerbaiyano de cortar las manos a los políticos corruptos. En los siguientes debates podría proponer el paquete completo de castigos previsto en el código penal del Estado Islámico: la muerte por lapidación, la decapitación y el corte de lengua a los filibusteros (o políticos demagogos, versión occidental). Por lo pronto, El Bronco Mochamanos (Memes dixit) logró su objetivo: darse a conocer a escala nacional.
Por otra parte, el debate sirvió también para evidenciar las cuatro versiones piratas de AMLO. Es decir las versiones apócrifas o adulteradas de una propuesta originaria y original.
El más crítico de AMLO es también el que más le ha copiado o pirateado sus propuestas. Ricardo Anaya ha buscado arrebatar la bandera del combate a la corrupción, la reducción del IVA y el ISR en la frontera, la revocación de mandato y hasta las conferencias mañaneras, para “marcar agenda”.
José Antonio Meade, la eliminación del fuero presidencial y demás cargos políticos por causas graves de corrupción, así como la incorporación de los ninis al sistema educativo y al empleo productivo.
Margarita Zavala, la cancelación de las pensiones a los ex presidentes, invertir en la gente (educación de calidad), la reconstrucción del tejido social y el aumento gradual del salario mínimo como el centro de un nueva política de seguridad y desarrollo social.
Jaime Rodríguez El Bronco, recortar puestos en el gobierno y el dinero a los partidos políticos.
Este fue otro aspecto positivo del debate: sirvió para contrastar algunas versiones piratas de los candidatos con las versiones originales de AMLO.
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