El ideario de la Ilustración francesa fue la abolición de la monarquía absolutista y la instauración de la soberanía popular, la división de poderes, y el liberalismo que incluye la libertad política, religiosa y económica, como bases del bienestar social.
La Ilustración en Francia y la independencia y la constitución democrática de EUA, hicieron que los pueblos de Latinoamérica aspiraran a la democracia y la vieran como condición sine qua non del desarrollo económico y social.
México, después de dos siglos, accedió a la democracia electoral en el año 2000; y después de 18 años, paradójicamente, López Obrador la utilizó para demolerla y restituir un régimen autoritario.
Así, México abona a las causas que han generado el desprestigio de la democracia y que ponen en duda la existencia de una forma de gobierno humanista, justa y eficiente.
Pero, ante esa desilusión, debemos considerar que no son las doctrinas las que fallan sino los gobernantes.
Platón clasifica las formas de gobierno en timocracia, oligarquía, democracia y tiranía; y precisa como las corrompen los gobernantes:
El timocrático, transforma su honor en ambición de poder; el oligárquico agudiza su avidez y la ostentación de su riqueza; el democrático, transforma la libertad en libertinaje e impunidad; y el tirano se vuelve arbitrario y violento.
Si aplicamos lo expuesto a la actualidad, muchos coincidiremos en que, a partir de López Obrador, se ha emprendido un giro de 360 grados, para volver al tiempo del gobierno autoritario, de la inexistencia de la división de poderes y de partido Estado.
Situación agravada por la zozobra que causa el desconocimiento del objetivo final de esas acciones.
En ese contexto, la sociedad civil ha de volver a aspirar a la democracia como forma de gobierno y conducta ciudadana para construir un país mejor.
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