Sociedad

Matar policías, "deporte" de sicarios adolescentes

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  • Raúl Martínez

La percepción de la inseguridad se ha disparado de nuevo como hace 10 años, ya que todos los días los medios publican sucesos sangrientos derivados de acciones del crimen organizado, ya que a veces los sicarios accionan sus armas hasta por diversión.

Las fuerzas de seguridad de todos los niveles, aunque no dejan de luchar contra el crimen, han sido rebasadas de nuevo y, en consecuencia, el número de víctimas va en aumento, ya que los cabecillas de grupos delictivos a veces ordenan matar sin razón alguna.

Plomo en movimiento

El primer ejemplo de esa maldad sin sentido sucedió el 19 de abril en Cadereyta, cuando dos motociclistas de Tránsito que inspeccionaban un taxi en la avenida 20 de Noviembre, frente a un centro comercial, repentinamente fueron atacados a balazos por los tripulantes de un automóvil en movimiento.

Los sicarios dispararon en seis ocasiones con la intención de darles muerte, pero solo dos balas hicieron blanco en el cuerpo de un oficial, quien fue llevado muy grave al hospital de Pemex. Por fortuna sobrevivió a las heridas.

En tanto, el motociclista que salió ileso aportó datos a las autoridades para rastrear a los agresores, que huyeron tras el ataque.

En Apodaca matan a un tránsito

Dos días después, el 21 de abril, la diversión de los criminales continuó. Eran las 16:30 cuando el agente de Tránsito Samuel Vázquez Benítez, de 25 años, vigilaba una obra pluvial en la colonia Metroplex.

El oficial que cumplía con su deber no se percató cuando un jovencito con paso presuroso se dirigía hacia la esquina de la calle Galaxia, donde él se encontraba.

Sin darle al uniformado tiempo de reaccionar, el muchacho sacó de entre sus ropas una pistola y con destreza le disparó casi a quemarropa. Fueron cuatro tiros los que recibió en el pecho.

Al ver caer a su víctima, el ejecutor corrió hacia donde otro adolescente lo esperaba en una motocicleta con el motor en marcha, en cuyo vehículo se dieron a la fuga.

Algunos testigos trataban de auxiliar al agente herido, quien yacía sobre el pavimento, mientras otros pedían ayuda por teléfono.

El oficial, aunque fue auxiliado con vida por paramédicos de Protección Civil de Apodaca, murió de un paro cardiorrespiratorio cuando recibía atención médica en la Clínica 67 del IMSS.

Los testigos dieron datos precisos sobre el agresor: un muchacho de unos 17 años, alto, delgado y con gorra negra.

El sicario adolescente no solo le quitó la vida a un agente de Tránsito, también dejó a una mujer viuda y a un niño huérfano de padre.

Ejecutan a mujer tránsito en Pesquería

Lorena Julissa Montiel Ramírez, de 26 años, tenía poco tiempo de haber llegado de su natal Tabasco. Por su disciplina, con facilidad pasó los exámenes para convertirse en oficial de Tránsito de Pesquería.

Su entrenamiento fue satisfactorio. Pronto se le entregó su uniforme y se dedicó a sus labores de vialidad en las principales avenidas de Pesquería. Y así día a día en su motocicleta cumplía con su deber.

A veces dirigía la circulación de los vehículos, otras protegía al transeúnte en los cruceros o atendía accidentes de vehículos.

Por su juventud tenía muchos planes de vida, pero no se imaginaba que ella, entre muchos elementos de Tránsito, iba a ser una víctima más de unos adolescentes psicópatas.

La tarde del 22 de abril, la oficial vigilaba la circulación en el paso a desnivel de la carretera a Miguel Alemán y el entronque a Pesquería.

El ruido de los motores y el paso constante de los vehículos acaparaban toda su atención. Por eso no se percató cuando un adolescente se le acercó y sin mediar palabra le disparó en varias ocasiones.

Pese a estar gravemente herida, ella intentó detener a su agresor, quien corría hacia donde su cómplice lo esperaba, como en Apodaca, montado en una moto.

La oficial solo pudo avanzar unos pocos metros, pues se desvaneció a causa del artero ataque. Aunque fue auxiliada por los rescatistas de Protección Civil de Pesquería, falleció en la sala de urgencias del hospital 67 del IMSS.

Por suerte, uno de los testigos dio datos sobre los agresores y esa misma tarde fue detenido uno de ellos, Juan Manuel, de 16 años.

Al ser interrogado por elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones, el menor reveló que él y su cómplice pertenecen a un grupo delictivo y que tenían la orden de matar al azar a agentes de Tránsito o policías distraídos o desarmados.

También el adolescente sicario dijo que con esas acciones sus jefes pretenden sembrar terror entre los uniformados y que además es el rito de iniciación para ser aceptados en el grupo y que su paga es mayor si cumplen la orden.

Las declaraciones del menor coincidieron con las que aportó su cómplice, Cristian Roberto, quien fue detenido cuatro días después de la ejecución de la oficial de Tránsito.

Se supo que una vez dentro del grupo delictivo reciben su paga semanal como si fueran empleados de una fábrica.

Sin precisar la cantidad que reciben, su labor consiste en empacar droga, distribuirla, cobrar a los morosos y matar si se les ordena.

Las autoridades están conscientes que muchos menores o jovencitos, por el deseo de tener dinero fácil, se enrolan con los grupos delictivos y como también les dan armas, motos o coches, se vuelven sicarios sumisos.

En el bajo mundo circula un dicho al que seguramente ellos se atienen al enrolarse en las filas de la delincuencia: más vale vivir cinco años como rey, que 50 como buey.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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