Que no son iguales pregona todos los días desde el atril presidencial, pero los datos y las evidencias los exhiben.
No pasa un día de la semana sin que se conozcan nuevas evidencias de actos de corrupción de los amigos de familiares cercanos al presidente. Como el caso de Amilcar Olan, beneficiado con diferentes contratos millonarios en la compra de miles de toneladas de balastro para el Tren Maya, de acuerdo a las investigaciones de Latinus, que desenmascara una red de corrupción a la que llaman el Clan. En las últimas revelaciones se destaca la supuesta entrega de comisiones y generosas gratificaciones a altos miembros del ejército encargados de las obras del tramo 5 del Tren Maya.
Son muchos los escándalos de corrupción que brotan como pus, como el escandaloso enriquecimiento inexplicable de Roció Nahle, con casas y terrenos que adquirieron ella y su esposo cuando fue secretaria de Energía y responsable de la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, además de estar documentado que entregó contratos millonarios a sus sobrinos.
A poco más de cinco meses de que termine el sexenio el próximo 1 de octubre, le deben estar surgiendo los peores temores a López Obrador, cuando en su sexenio no se redujo la corrupción, la inseguridad y las atrocidades persisten y será el sexenio con más asesinatos y desaparecidos. No podrá negar que desde su consejería presidencial se arreglaban extraoficalmente temas políticos, económicos jurídicos, se pervirtió a las Fuerzas Armadas se les lleno de dinero y privilegios abandonando la seguridad del país, mientras los criminales están empoderados y participan hasta en política.
El enfado de López Obrador es evidente. No le gustó que en el debate presidencial no se le reconocieran logros a su gobierno. Ni Claudia Sheinbaum lo hizo. Ella se centró en sus logros al frente de la CdMx. Los datos duros dejan la evidencia del desdén en la agenda pública, el número de mexicanos sin acceso a servicios de salud pasó de 20 millones a más de 50 millones (Coneval), la evaluación del manejo de la pandemia en México fue un desastre. Las grandes obras del sexenio costaron más del doble y en algunos casos se convirtieron en botín en beneficio de amigos y consentidos de la llamada 4T.
No son iguales, pero cómo se parecen.