Cultura

Crioque ya me quere dar...

Crioque ya me quere dar…-decía la parturienta, en tanto la comadrona Teodomira se aprestaba a sobar el abultado abdomen de Pancracia, untando sebo con alcanfor.

-¿Te acuerdas Ambrosio de la ladera?

Las viejas echaban gordas en el comal, encima del tenamaste, hundiendo las manos embarradas de masa en el machihui, la leña ardía, el atole blanco sabía a gloria eterna. Ansina. Los hombres en el cuamil.

Corrían de un lado p´al otro, fue otro tiempo, otros aires, la cartuchera allá p´al otro lado del río que arrejolaba todo lo que se jallaba al paso, vacas, troncos, y mucho, mucho lodo. ¡Ahí va la punta! –gritaba la rancherada. A lo que te truje Chencha, a tortiar…

Ni siquiera es un diálogo. Es un monólogo…

Asistí a escuelas oficiales, el gasto de la familia no daba para más, primero a una guardería municipal en la entonces calle de Catalán, hoy Revolución, la número 10, luego ya, en la Colonia Independencia a la gloriosa primaria 6 de diciembre de 1810. Cómo olvidar a la maestra Consuelo la de primero, a la guapota Estela de tercero, todos estábamos enamorados de ella. Al profe Miguel Flores quien alzaba una pierna y sin el menor empacho, soltaba un atronador efluvio ante el azoro de sus pupilos. Al profe Carlos Castro de quinto, morenito como un tizón y pulcro en su vestir y calzar, al profe Héctor Ocampo de gran vocación.

Ahí la convivencia fue con chavales de todos los extractos, desde hijos de obreros y oficinistas, hasta hijos de albañiles y migrantes del campo, a los que llamábamos “rancheros” o “cheros”. Recuerdo a Hermenegildo, Mere cuate de Mancilla, con sus huarachotes de correa. Nos sorprendía y causaba sorna el uso natural de un lenguaje, para nuestro entender lleno de barbarismos. No se dice Ansina se dice así -hasta el corrector del ordenador lo señala-.

La abuela Marcelina hija de un español de nombre Pablo Gaytán nacida en un rancho serrano de Tequila, Jalisco, sin llegar al extremo del uso del lenguaje de Alonso Quijada y Sancho Panza. Decía, por ejemplo; a la cadera, el cuadril, al culo, sieso.

Dice mi amigo el doctor Javier Curiel, acucioso lector e interesado asistente a coloquios “Así hablaba la gente en San Sebastián del Oeste” es el lenguaje del pueblo…

Juan Nepomuceno Pérez Rulfo Vizcaíno. Tuvo a bien, no destacar con cursivas o entre comillas el habla del campo, lo que a otros autores si les preocupó “Qué vergüenza que los lectores crean que ¡Ansí hablo!- decían”.

Existe una teoría, la misma que explica que ese hablar arcaico, emanado de los tiempos del célebre Manco de Lepanto, llegó a Nueva España en el siglo XV con los conquistadores hispanos, y, se arraigó principalmente en la región de los Altos de Jalisco, en donde se asentaron colonias de judíos conversos [sefarditas]. Sus descendientes alteños, delatan ese origen en sus apellidos, su fisonomía y lo mesurados al gastar.

La poca permanencia de tropas galas S. XIX en la región confirma lo dicho. ¿Mitos? 

Google news logo
Síguenos en
Ramón Macías Mora
  • Ramón Macías Mora
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.