Escucho con atención los argumentos de Yon de Luisa, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol, cuando se le pide evaluar el desempeño de Gerardo Tata Martino al frente del representativo nacional, que se prepara para participar en la Copa del Mundo Qatar 2022.
En su lógica no hay puntos cuestionables que den lugar a dudas sobre la continuidad del entrenador argentino: ha cumplido con todo lo que se le pidió como objetivos, por ejemplo, el de clasificar al equipo al Mundial.
¿A quién se le puede ocurrir, entonces, poner en duda la permanencia de Martino como seleccionador nacional en el gran evento que arrancará en cinco meses? Y es cierto que en esa línea argumentativa no hay mucho más que decir. Sobre todo cuando De Luisa asegura que el Tata ha sabido mantener un equipo unido y solidario, algo que por lo que se ve, no se daba por descontado con otros entrenadores en ese cargo.
Sin embargo, hay otra forma de hacer frente a la cuestión de si Martino es la persona indicada para mantenerse al frente del equipo nacional. Esta tiene que ver con la triste forma en la que la Selección viene jugando. No es un equipo que muestre avances que den lugar a la esperanza o ilusión de que se pueden esperar muy buenos resultados en el gran certamen.
Que el equipo no juega a nada, que no mete goles, que no da garantías de que ante selecciones muy competitivas pueda presentar una cara realmente competitiva, hay muchas muestras. Nada subjetivas. Pero a esa discusión o a ese debate De Luisa no se quiere meter. El directivo sabe que es un terreno peligroso, por inestable y difuso… Pero de que se debería o podría tener una selección con un tono más competitivo que el que vemos, nadie, empezando por De Luisa, podría negarlo.
El tema es que Yon no quiere hablar en el ámbito en el que hablan los aficionados y los críticos y los expertos. Es inevitable dejar de esperar que el equipo que representa a tu país obtenga grandes resultados en una Copa del Mundo.
Rafael Ocampo