Realmente me asombra que la conclusión de la enorme mayoría de los expertos y analistas, haya sido la de que el partido que abrió el Play-In la tarde del domingo pasado, entre el FC Juárez y los Pumas de la UNAM, mereciera ser catalogado como “espantoso”.
Y es verdad que el juego no tuvo ninguna lucidez, que ambos conjuntos se enfrascaron en una batalla sórdida hasta que tuvieron que llegar los penales para desempatarlo. Y que una vez que se empezaron a cobrar éstos parecía que ninguno de los dos clubes quería ganar.
Pero lo que se dejó de lado en el análisis para mí es lo más importante. Este partido debió de haber sido suspendido por la tormenta de arena que dificultó la visión y la respiración de todos los presentes no solo en el césped, sino también en las tribunas.
Para los propios aficionados que vimos el partido por televisión resultaba complicado disfrutarlo.
Justo cuando menos prisas marca el calendario de la postemporada, pues el tercer y último enfrentamiento de este Play-In se jugará hasta el siguiente fin de semana, la Liga Mx tomó la decisión de que se jugara, aun cuando se ponía en riesgo la salud del principal activo de este deporte, los jugadores.
¿En qué y a quiénes afectaba que el partido se jugara más noche o el lunes o el martes o hasta el miércoles? ¿A la televisora que tiene los derechos de transmisión?
La realidad es que en Ciudad Juárez ese domingo se presentaron ráfagas de viento entre los 29 y los 75 kilómetros por hora, con una gran cantidad de polvo y tolvaneras.
¿Qué dicen al respecto los doctores de los equipos de la Liga Mx? ¿Existe una Comisión médica de la FMF que pudiera pronunciarse al respecto?
Horas antes de que se llevara a cabo el partido, la dirección de Protección Civil de Ciudad Juárez advirtió sobre estas condiciones climáticas e hizo recomendaciones de no llevar a cabo prácticas al aire libre mientras se desarrollaba la tormenta de arena.
