La obtención del último campeonato por parte del América, el que dio forma al multi elogiado equipo tricampeón, ha generado un cuadro muy desconcertante para el resto de los equipos.
La lectura más concluyente es la de que se puede y debe literalmente experimentar en la fase regular del torneo, la que se compone de 17 jornadas, sin buscar impresionar a nadie, ni conseguir supremacía en ningún rubro. De lo que se trata es muy simple: conseguir, por la vía y en el lugar que sea, entrar a la Liguilla. Ya dentro de la fase final, en la que se define al campeón, ahí sí apretar y jugar con todos los recursos disponibles, en la cancha y fuera de ella también, por qué no decirlo.
Bueno, aceptando que este análisis es real, lo primero que habría que aceptar es que el único club que hoy en día podría llevar a cabo con éxito esta estrategia es el América.
Ni siquiera los otros dos clubes que se destacan junto a las Águilas por su enorme presupuesto, los Tigres y el Monterrey, podrían apostar a recorrer este camino. Una serie de derrotas, como las que vivió André Jardine al frente del América en la fase regular del campeonato pasado, seguro terminarían con el despido de Paunovic y Demichelis, los directores técnicos de los dos equipos regiomontanos.
Tampoco habría ninguna garantía de que todo el plantel se vea afectado por una mentalidad derrotista ante un paso tan irregular y de que los aficionados de estos dos conjuntos sabrían tener paciencia y no exigir de mil formas un mejor desempeño.
Jardine y los directivos que están por arriba de él nunca dudaron del potencial de su plantel. Tampoco lo hicieron los jugadores, de calidad comprobada, pero estupendamente gestionados desde el banquillo por el entrenador brasileño.
Así que no. Lo que hizo el América en el último campeonato solo lo pudo hacer el América. Ayudado, aunque se moleste quien se quiera molestar, en momentos muy puntuales, por la enorme influencia a favor que genera en los árbitros.