La irresponsabilidad de un hombre no es culpa de las madres solteras.
No es fácil luchar contra todo lo que se presenta en el proceso de la maternidad; sumándole el abandono físico, emocional y/o económico del padre, se vive una situación difícil que empeora por los juicios y críticas.
Según datos del INEGI (2020), en la última década se ha registrado un aumento de los hogares donde no hay una figura paterna; en la misma encuesta se establece que, entre las personas que declararon tener al menos un hijo o hija, sólo el 0.5% de los hombres dijeron ser padres solteros, frente al 7.0% de mujeres que se identificaron como madres solteras.
Lo que estas encuestas no miden es que la sociedad y la familia aplaude a los padres solteros “su acto heroico” o simplemente se les permite abandonar sin recriminaciones, mientras que, a las mujeres se les lastima, haciéndoles creer que ser madre soltera es un fracaso como madre y mujer.
Se han normalizado los malos comentarios y memes sobre madres solteras, ridiculizándoles y burlándose, todo por no cumplir con el rol de vivir dentro de un matrimonio, etiquetándoles sin importar si es responsable con sus hijos e hijas, si es una madre amorosa, profesionista, etc.
Haciendo creer que es culpa de ellas vivir en esa situación, ignorando la falta de responsabilidad de los ellos.
Bajo esta normalización, si una mujer desea salir y pasar un tiempo con sus amistades y publica una foto donde se ve feliz y disfrutando, entonces se asume que es una mala madre, desobligada, que siempre deja a su hijo o hija a cargo de alguien más.
Pero el ser madre soltera no es ser esclava, todas las personas tienen derecho a desarrollar su persona e individualidad.
Por eso es importante ponerse en los zapatos de las mujeres ante esa situación y dejar a un lado esas críticas y juicios basados en estereotipos que no representan la realidad.
Tenemos derecho a la libertad de elegir cuántos hijos e hijas y embarazos queremos tener y con quién.
Tenemos derecho a salir, a reconstruirnos, levantarnos, tener una vida en lo público y en lo privado; tenemos derecho a vivir.
