“Humanismo” puede ser un término con significados variados, naturalmente todos en referencia al hombre, pero desde puntos de vista diferentes y a veces incluso contrapuestos. El término en principio se aplica al movimiento de “retorno” a la cultura grecolatina que se dio en el renacimiento, pero que también se propuso como un sistema en el que el hombre sustituía a Dios como centro del pensamiento; desde este punto de vista, el mismo marxismo se presentó también como un tipo de humanismo.
Una acepción general del término es la de considerarlo como la tendencia a tomar doctrinal y prácticamente la referencia a los valores humanos como guías del comportamiento social. La Iglesia Católica ha caracterizado su doctrina social bajo los términos “humanismo integral y solidario", es decir, ha asumido el término “humanismo”, pero le ha añadido dos calificativos. Esto hace ver que no propone cualquier humanismo, sino uno con ciertas características que lo distinguen de otras versiones del mismo.
Decir que se propone un humanismo significa que se le da una relevancia fundamental al ser humano, pero, naturalmente, no en la perspectiva de la sustitución de Dios, sino del reconocimiento de la dignidad del hombre como creatura, redimida por Jesucristo. Este humanismo se dice que es “integral”, lo que indica que la visión del ser humano que sostiene no se reduce o no debe reducirse a un aspecto del ser humano, sino que debe tomarlo en cuenta en todo aquello que lo integra, es decir, lo corporal y lo espiritual.
Este humanismo a su vez es “solidario”, con lo cual se indica que supone que el hombre es social por naturaleza y que se descubre unido a sus semejantes, con quienes establece vínculos personales.
Esta concepción del humanismo integral y solidario que hemos mostrado permite comprender lo que el “Compendio de la doctrina social de la Iglesia” afirma: “La humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario, ve que esta unidad de destino con frecuencia está condicionada e incluso impuesta por la técnica o por la economía y percibe la necesidad de una mayor conciencia moral que oriente el camino común.
Estupefactos ante las múltiples innovaciones tecnológicas, los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana”.
