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México elige un futuro distinto: una NDC que pone a las personas en el centro de la acción climática

  • Columna invitada
  • México elige un futuro distinto: una NDC que pone a las personas en el centro de la acción climática
  • Pedro Américo Furtado de Olive

Hay decisiones que fortalecen un camino ya trazado hacia el futuro. La Contribución Nacional Determinada (NDC 3.0) presentada por la Semarnat, en el marco de la COP30, es una de ellas: un plan nacional de acción que confirma la determinación de México para avanzar con ambición y con humanidad en la acción climática.

No se trata solo de actualizar un compromiso internacional, sino de profundizar una visión que reconoce que la transición ecológica debe construirse con las personas trabajadoras, con los territorios y con los sectores productivos que sostienen al país. Es una apuesta por un futuro que une prosperidad y sostenibilidad, sin renunciar a la justicia social.

Desde hace años, la conversación global se ha movido entre urgencias climáticas, tensiones económicas y temores sociales. México decidió romper esa lógica. Lo que la NDC 3.0 plantea es algo más profundo: que la transición ecológica puede ser una oportunidad para mejorar la calidad del trabajo, para estimular la innovación productiva, para reducir desigualdades históricas y para fortalecer el tejido social. Y hacerlo no desde la retórica, sino desde políticas públicas concretas, construidas con evidencia, participación y visión de largo plazo.

Por eso quiero comenzar reconociendo algo que merece ser dicho con claridad. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, múltiples dependencias del Gobierno de México, especialistas, representantes del sector productivo, organizaciones de trabajadores y actores sociales participaron en un proceso amplio, honesto y técnicamente sólido. Pero, sobre todo, participaron con la convicción de que el país necesitaba una visión que integrara la acción climática con la justicia social. Ese espíritu colaborativo marca una diferencia. No es frecuente ver una política climática construida con tanta apertura y con tanta atención a las personas que sostienen, día a día, la economía mexicana.

Entre los avances más notables está un gesto histórico: por primera vez, México incorpora la definición de “Transición Justa” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su NDC. Más allá del valor simbólico, esto significa que el país reconoce formalmente que la transición hacia una economía baja en emisiones debe proteger empleos, generar nuevas oportunidades laborales, acompañar a los sectores productivos en su reconversión y asegurar que nadie, ninguna región, ningún gremio, ninguna comunidad quede rezagado. La transición no puede ser una fractura. Debe ser un puente.

La NDC 3.0 apuesta por ello con acciones concretas. La creación del primer Plan Nacional de Transición Justa colocará a México entre los pioneros mundiales en contar con una estrategia integral para vincular políticas climáticas, empleo, desarrollo productivo y protección social. A ello se suma la conformación de mecanismos tripartitos de diálogo social, donde trabajadores, empleadores y gobierno diseñarán las decisiones más sensibles de la transición. Este enfoque, que es el corazón del mandato de la OIT, no sólo hace las políticas más legítimas; las hace más efectivas. Cuando quienes producen riqueza y quienes sostienen la economía tienen voz, las transiciones son más ordenadas, más humanas y más sostenibles.

Pero la NDC va más lejos. Reconoce que el país necesita empleos verdes, pero también reconversión laboral para los sectores intensivos en emisiones, formación profesional, acceso a tecnologías limpias y acompañamiento técnico y financiero para las empresas, en especial las micro, pequeñas y medianas, que serán clave en este nuevo ciclo económico. La transición no será sólo ambiental; será industrial, laboral, regional y social. Y ahí radica su fuerza. El documento reconoce también el rol de las cooperativas y la economía social y solidaria, modelos que fortalecen la resiliencia comunitaria y distribuyen beneficios con mayor equidad. Al hacerlo, México apuesta por una transición que tenga raíces territoriales, que no ignore lo local y que valore formas de organización económica que han sostenido a miles de familias por generaciones.

Esta visión más humana y más amplia se complementa con la convicción de que la transición debe corregir desigualdades, no reproducirlas. Por eso la NDC integra principios de igualdad sustantiva, derechos humanos, equidad intergeneracional y prioridad para las poblaciones y territorios vulnerables. En una región donde la incertidumbre social suele frenar la acción climática, México está enviando un mensaje diferente: la transición ecológica puede ser un camino de bienestar, si se hace con cuidado, con respeto y con acompañamiento.

Ahora comienza el desafío más complejo: convertir la ambición en acción. Las preguntas que se abren son profundas: ¿cómo se transformarán los sectores productivos?, ¿qué nuevas competencias necesitarán las personas trabajadoras?, ¿cómo se protegerá a quienes enfrenten mayores riesgos?, ¿qué políticas garantizarán que los empleos del mañana sean más y mejores que los de hoy?, ¿cómo asegurar que las regiones más expuestas también sean las más acompañadas? La respuesta a estas preguntas no vendrá de un solo actor. Requerirá colaboración, creatividad y sentido de responsabilidad compartida.

Desde la OIT, reafirmamos nuestro compromiso de continuar apoyando a México en este proceso. Estaremos presentes con asistencia técnica, evidencia, formación, facilitación del diálogo social y acompañamiento constante. Sabemos que lo que está en juego es mucho más que una meta climática: es el futuro del trabajo, de la producción, de las comunidades y de las próximas generaciones.

La NDC 3.0 es un logro notable, sí. Pero es, sobre todo, una declaración de confianza en el país que México quiere ser. Un país que no teme transformar su economía; que apuesta por la justicia social como brújula; que entiende que la acción climática debe tener rostro humano; que decide mirar lejos, incluso cuando el presente impone urgencias. Un país que prefiere construir puentes en lugar de profundizar brechas.

Ese es el camino que México eligió. Y ese camino ambicioso, sensible, profundamente humano merece ser celebrado. Ahora empieza lo más importante: convertir esta visión en una historia real, colectiva y transformadora. Y México ha demostrado que está listo para escribirla.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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