Era un 21 de julio del año 1988 cuando el doctor Rubén Argüero realizó el primer implante exitoso de corazón en México, en el Centro Médico La Raza.
A partir de ese momento, el doctor Argüero, hoy profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, pasó a la historia de nuestro país. El emeritazgo del doctor Argüero ha sido de esos que han encontrado aceptación y gusto en la comunidad médica nacional porque este universitario ha sido un médico muy querido.
Sencillo, bromista, siempre con una sonrisa y con un comentario positivo, hay un factor adicional que le ha dado presencia en su comunidad: fue él quien acabó con la experimentación en animales y lo relata con tal sencillez que pareciera no percatarse de lo que esto implica: “¿Para qué practicar y matar a los pobres conejos? Por un lado, ellos también sienten y tienen derecho a su vida, y por otro lado, su piel es tan diferente a la humana que no son lo apropiado para aprender a tratar a un ser humano”.
¿Qué hizo el doctor Argüero? Le dio a cada alumno un metro cuadrado de “piel” sintética, bastante más similar en grosor y tacto a la piel humana; en ese metro de “piel”, los estudiantes pueden experimentar aun más que con un conejo: tienen “piel” lo más parecida posible al ser humano para realizar cortes y uniones y, lo fundamental, no matan animales.
Este es un ejemplo para toda la UNAM que va acorde con la tendencia mundial de respetar la vida de los seres que sienten porque solo si educamos a nuestros niños y jóvenes en el respeto a la vida animal, será respetado el hábitat de los animales y con ello podemos salvar al planeta de la depauperación. De modo que hemos de agradecer a Rubén Argüero ese logro que es uno entre muchos más, como el implante de células madre en el corazón humano, por algo ha recibido todos los grandes premios a los que pueden aspirar los mejores médicos de nuestro país.
Si vanagloriarse, sin sentirse lejano a su gente, este gran médico mexicano continúa afable, sonriente, literalmente amable, esto es: digno del amor de su comunidad. Médicos y académicos así son los que requiere nuestro país, que amen su labor y que promuevan el respeto a la vida.
Yo no sé si el doctor Rubén Argüero se dé cuenta del camino que ha marcado para todos los estudiantes de medicina y para todos los universitarios, pero sin duda él es ya parte de la historia de la UNAM, como es parte de la historia de nuestro país y de la historia de la lucha por el respeto de la vida de los animales. Con esto queda demostrado que ellos pueden sustituirse tanto en la docencia como en la experimentación, con modelos sintéticos, cultivos de células in vitro o hasta con realidad virtual.
Demos gracias a los grandes hombres y mujeres que han sabido sentir empatía por la sintiencia animal y han cambiado el mundo en que vivimos.Desde lo profundo, gracias, queridísimo doctor Rubén Argüero por todo lo que ha aportado a la medicina y a la cultura de nuestro país: lo queremos y admiramos mucho.