La obra escrita siempre será superior a su representación fílmica. Creí que mi opinión cambiaría cuando vi la serie basada en la tetralogía Dos amigas, de la escritora cuyo pseudónimo es Elena Ferrante. La serie me pareció la mejor que he visto, un verdadero banquete. Pero cuando leí la obra corroboré nuevamente que esta siempre será mucho más enriquecedora que su representación fílmica.
La escritura está ahí, reposa frente a ti para hacerte sentir y pensar. Una frase te golpea y la vuelves a leer. La piensas, la divagas, la rumias. Abres el libro y la vuelves a leer. La subrayas, quizá haces alguna anotación y continúas con la lectura. A veces la frase amerita un café: dejas el libro de lado, te haces un café y convives con esa idea que te ha impactado para sentirla, pensarla, asimilarla y dejarte sorprender por ella.
Es curioso, pero una de las ideas que más me golpearon de esa tetralogía no aparece en la excelente puesta en escena. Y es que a cada quien le sacuden frases e ideas diferentes: quien lee, recrea una obra única pues la lee desde una perspectiva única. A mí me gusta decirles a mis alumnos que todos tenemos diferentes cicatrices que conforman nuestra psique y las ideas se atoran en ellas. Pero toda cicatriz es única y por eso quien lee crea imágenes e ideas desde su propia historia, desde sus miedos, sus alegrías, su dolor.
Algo similar me ocurre con la lectura que se lleva a cabo en pantallas. Al leer en medios digitales no puedo conservar la misma intimidad que tengo con un libro. Ese tipo de textos me resultan hostiles: no pude dar el salto del papel impreso a la pantalla digital. Ignoro si se trata de algo personal o ese salto conlleva un cambio en la forma de leer. Ignoro si ese cambio es para bien o para mal. Pero definitivamente la relación que se crea con un libro impreso es para mí íntima e insustituible. Al libro lo abrazas, sólo él es portador de esas ideas o historias: lo cuidas, lo quieres. Una pantalla da igual que sea esa u otra, la relación es otra.
Me pregunto si el cambio generacional hacia la vida de pantallas, imágenes y medios digitales en general es un cambio tan bestial que creará seres humanos diferentes. Es curioso porque no incluyo en ese salto la escritura, me refiero solamente a la lectura. Escribir no ha requerido mayor cambio; de la máquina de escribir a la computadora no encuentro mayor diferencia y las pocas diferencias me parecen positivas. Pero llevar a cabo la lectura en un libro impreso o en una pantalla sí es un cambio radical. Tal vez en la escritura ese cambio se haya dado cuando, de escribir a mano, comenzamos a escribir en máquinas. Pero la diferencia ahí es que podemos continuar escribiendo a mano y en una computadora, una cosa no quita la otra. En fin, cada quien camina como quiere y como puede.
Solo el tiempo develará el sentido de los cambios que nos ha tocado vivir.