No he podido escribir desde lo profundo sobre lo que viví durante el huracán Otis. No me he sentido lista todavía para hablar de ese monstruo que nadie esperaba y menos yo, que esperaba una tormenta tropical o un huracán nivel uno. Pero poco a poco comienzan a ser evidentes cuestiones que me permiten ver hasta qué punto esta horrible experiencia va a ser un antes y un después en mi vida.
Viví junto a mi esposo el miedo más grande de mi vida, cuando sepultados bajo el colchón que nos protegió, terminamos cargando cuanto cayó sobre éste: techos, paredes, ventanas y objetos de toda clase. Fuimos muy valientes; nunca desesperamos, sacamos fuerzas quién sabe de dónde.
El viento era tan fuerte que no es comparable ni al más horrible bramido: no tengo ningún referente para poder expresarlo. El viento era tan fuerte que el edificio no dejó de cimbrarse durante horas y llegué a creer que colapsaría y nos encontrarían muertos entre los pisos, así como estábamos, cubiertos de vidrios, arena y cemento deslavado de las paredes. ¡El viento era tan fuerte! ¡Dios mío; Dios sordo; Dios muerto…!
Me dolieron mis hijos; deseé que no sufrieran demasiado, que aprendieran a conformarse, que no les mostraran nuestros cadáveres sucios, que al menos ya estuvieran limpios. Me dolió mi nieto, mis hermanas, mis hermanos, mis amistades, me dolió mi gente.
Pero cuando a pesar de una fractura doble de pie, mi esposo caminó entre metros y metros de escombros, abriéndome paso, lo vi como un renacido, como un superhombre al que tenía que seguir. Entonces comprendí que no me importaba nada, absolutamente nada, más que amar y ser amada.
Hay tantas cosas de Agustín de Hipona que detesto, que para mí es difícil reconocer que la verdad más grande fue expresada por él: ama y haz lo que quieras. Porque cuando en verdad se ama, se ama al hijo, a la hija, la familia, los amigos, pero también se ama la hierba, la roca, el aire, el árbol, el perro, el animal: se ama la vida.
Si algo ha cambiado en mí después de esa experiencia, es darme cuenta de que lo único que me interesa es amar, cuidar, cobijar. Y sí, ser amada, cuidada y cobijada.
Todo lo demás, todo, es vanidad de vanidades y persecución del viento. Solo el amor salva.
Ama y haz lo que quieras.