Política

Peña: Inmoralidad, Impunidad y AMLO

Llevamos ya más de un año atrapados en la agenda de Andrés Manuel López Obrador, como si no hubiera otras cosas que observar, principalmente aquellas que tienen que ver con la rendición de cuentas de quienes nos gobernaron los últimos seis años, dejándonos un panorama poco halagüeño y de quienes parece, nos hemos olvidado por completo, en el mar de información que a diario generan el propio presidente y su Cuarta Transformación.

No hay mucho qué decir, las conferencias mañaneras desde Palacio Nacional marca su agenda, garantizan la atención de los medios, aunque conteste lo que quiere, con ocurrencias y barbaridades, sin entrar de fondo a los temas, dejando enormes huecos o imprecisiones y se llega a asomar la falta de planeación, todo aprovechado también por las redes sociales, al tiempo en que la polarización social se agudiza.

Pero mientras todos estamos atentos a lo que acontece en el escenario nacional, hay un actor que no está en la escena, que va de puntitas caminando hacia la salida del teatro político, cargado de culpas, de insultos y de un abultado costal lleno de billetes.

Enrique Peña Nieto, dejando atrás una gran cantidad de pendientes, de preguntas sin respuesta, de dudas razonables, pero sobre todo, de sospechas. ¿Por qué? Porque su régimen es visto desde ahora como el más violento en los últimos 80 años de la historia moderna y con una estela de corrupción e impunidad evidentes, que dejaron daños graves en términos patrimoniales y de imagen como nación.

Hasta el cansancio se habló del caso Odebrecht, de la Estafa Maestra, de los desvíos de gobernadores amigos, a quienes al principio de su sexenio calificó como la nueva generación de políticos que cambiarían la imagen corrupta del PRI. Por supuesto no podemos olvidar, el caso que él protagonizó con la adquisición de la Casa Blanca.

Cierto, México experimentó un crecimiento, pero insuficiente para reducir la pobreza en términos reales, acentuando la desigualdad social. Peña Nieto nos dejó una deuda superior a los 10 billones de pesos y 53 millones de pobres, mientras él, ahora se codea con vecinos célebres adinerados en el barrio más exclusivo de la capital española, disfruta de los placeres de la vida, goza una especie de “luna de miel” con su nueva pareja. Y nosotros sin respuestas a los mega escándalos, que ignoró olímpicamente o solapó irresponsablemente.

El periodista, académico y escritor, Ricardo Raphael, asegura que Peña Nieto es el único presidente al que no se le retiró la pensión. Hay que reconocer la seriedad del periodista para publicar una afirmación como esta, que, por cierto, se apuró a negar el presidente López Obrador, asegurando que ningún ex presidente está cobrando pensión.

Más allá de la verdad en torno al asunto de la pensión, es de suponerse que el ex mandatario mexicano tiene una posición económica más que holgada, con toda esa cauda de dudas por adjudicaciones directas con empresarios amigos, escándalos, sospechas, complicidades, silencios y su rechazo para aclarar los desvíos que se documentaron durante su campaña presidencial y a lo largo de su mandato.

Sobre la inseguridad, no hay modo de defender al sexenio peñanietista: 242 mil víctimas de delitos del fuero común, de alto impacto, como homicidio, secuestro, extorsión y robo, tan solo en 2018… Más los 40 mil desaparecidos y los 16 mil 500 cadáveres sin identificar; las fosas comunes; los 43 de Ayotzinapa y un largo etcétera.

Peña Nieto juró cumplir y hacer cumplir las leyes o, de lo contrario, la Nación se lo demandaría, pues es tiempo ya que se lo demande. No es posible que tengamos una memoria tan flaca y un espíritu tan indolente. Cómo es posible heredar una nación en ruinas, hecha “un cochinero” y no mover un dedo para exigir la rendición de cuentas.

¿Dónde está el poder legislativo obligado a llamarlos para rendir cuentas de sus actos y omisiones?

¿Acaso la impunidad es el resultado de un acuerdo en lo oscurito?, ¿ni te veo ni te toco?

No vamos a perseguir a nadie, ha dicho el presidente López Obrador, no veremos hacia atrás, pero ¿qué tan atrás no se verá? porque, en las últimas semanas ha ido de ataques en ataques, señalando ex presidentes y exfuncionarios, desde Salinas hasta Calderón, que si Pemex, que si la CFE, pero de Peña y su gabinete ni una alocución

De qué sirve la exhibición, la acusación, el señalamiento, la difamación, el infundio, si solo quedara en eso, para los vítores de una sociedad hambrienta de justicia y de castigo para quienes nos han empobrecido.

Este es un asunto de Estado, dice AMLO, que tiene que ver con la moral de quienes formamos parte de la sociedad mexicana, tiene que ver con la dimensión ética de empresas y de gobierno, no es un asunto legal, al referirse a los ex funcionarios y empresarios corruptos.

¿Es moral y legal no hablar de Peña Nieto y de los funcionarios que más recientemente nos metieron en esta crisis de corrupción e impunidad?

La única moral pública es la ley y en el panorama solo vemos impunidad y complicidad sospechosa, perdón sí y olvido también.

¿Quién pone orden en la casa?

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Paco Ramírez
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