Política

La ministra incómoda

La elección de Norma Piña como ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, permite vislumbrar que se mantendrá intacta la autonomía del Poder Judicial y que los asuntos que lleguen al máximo tribunal, estarán apegados a los principios legales que lo rigen, es decir el respeto total al espíritu constitucional. Es la ventaja de que al frente se encuentre una mujer sin compromisos con nadie, ni filias ni fobias a las causas políticas o ideológicas.

Pero hay un elemento más por resolver para reencausar el buen funcionamiento del tribunal supremo: el escándalo de corrupción en el que sigue envuelta la ministra Yasmín Esquivel, por el presunto plagio -o compra tal vez-, de sus tesis de licenciatura.

Los elementos que se han hecho públicos, revelan que Esquivel Mossa plagió el trabajo académico con el que obtuvo el título universitario. Sin duda, estamos ante un evidente golpe político detonado desde el portal Latinus, que dio en el blanco, aunque ello no la exime de responsabilidad.

Usó su poder para encubrir la falta, pero entre más alegatos presentó en su prisa por llegar ‘limpia’ a la elección de la corte, más encajonada quedaba. Y es que primero negó haber cometido el plagio, después intentó convencer a la opinión pública que ella es la parte agraviada al ser a quien le plagiaron la tesis, hecho que reafirmó el día de la elección de la ministra presidenta. Luego vino una cascada de dichos y desmentidos que no calaron en el ánimo de sus contrapartes de la Corte, y así, noqueada políticamente, llegó al 2 de enero, con las probabilidades nulas de ocupar el cargo que quería para ella el Presidente de la República, a quien convirtió en el gran perdedor.

Pero si alguien piensa que superada la sucesión al frente del máximo tribunal, el asunto de la tesis debe archivarse, se equivoca rotundamente. Por ningún motivo debe permitirse que el presunto plagio, y posteriores falsos testimonios e investigaciones obtenidos al vapor, sean olvidados para que se consuma otro acto de impunidad.

Cómo se conducirán las sesiones del Pleno en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, si entre los jueces supremos se encuentra alguien bajo la sombra de dudas sobre su calidad ética y moral. Yasmín Esquivel debió separarse, al menos temporalmente de su cargo, hasta el esclarecimiento del asunto. Pero si no lo hizo en el momento en que le estalló la bomba en las manos, es difícil esperar que lo haga ahora.

Así que corresponderá a la UNAM y, particularmente al Comité de Integridad Académica y Científica de la FES Aragón, emitir cuanto antes su veredicto y proceder en consecuencia, sin consignas ni presiones políticas, de tal suerte que queden bajo buen resguardo el honor y buen nombre de dos de las más apreciadas instituciones de México: la SCJN y la UNAM.

Si Yasmín Esquivel plagió su tesis de licenciatura o simplemente la compró (al parecer hay más de dos iguales) o le plagiaron su trabajo, lo tendrá que demostrar) , mientras es sin duda, la ministra incómoda que dejará, una mancha imborrable, corrupción e impunidad

Paco Ramìrez

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