Corrió el primer mes de 2020 y se incrementa la desesperanza en torno a los prometidos cambios en los diferentes niveles de gobierno.
No hay parálisis en las administraciones, sería el caos, pero como si este existiera porque las acciones de gobierno se limitan a impactos mediáticos.
Es el caso del desbasto de medicamentos para los tratamientos a pacientes con cáncer -adultos e infantes-, atendidos en el sistema público del sector salud.
Los gobiernos de la esperanza, los que se curan en salud echando la culpa de todos sus yerros a los gobiernos del pasado, nunca terminaron por entender ni qué es esa onda de la curva del aprendizaje, y es mucho decir que ésta se extendió.
Si la ineficiencia se reflejara solo en los pobres y erráticos programas de simple obligación de servicios públicos como el bacheo, se les perdonaría por torpes e inexpertos, pero cuando está en juego la vida de seres humanos, es imperdonable la torpeza e ineficiencia.
Además de las dificultades de los gobiernos estatales para adaptarse a las nuevas condiciones del Insabi, que sin reglas de operación sustituye el Seguro Popular, las omisiones son graves.
En la entidad poblana, por ejemplo, los beneficiarios del Seguro Popular simplemente quedaron en la orfandad, y la atención de salud a sus familiares, principalmente las hospitalarias, se convirtió en un calvario para obtener medicamentos y hasta instrumental para intervenciones quirúrgicas.
Por la gravedad de salud, son los casos más notorios de los pacientes de cáncer, principalmente de infantes, a quienes se les ha limitado el medicamento.
Ante el desabasto de medicamentos por el gobierno federal en Puebla, la administración estatal ofreció entrar al quite y subsidiar la compra de medicamentos, pero resultó una promesa incumplida.
Resulta que el gobierno estatal no ha realizado la licitación de adquisición de medicamentos para el sistema de salud, y empezó la carencia; ante ésta, le otorgaron una prórroga a este mes a las farmacéuticas, pero ya se agotó y están igual con el desabasto.
Sin planeación ni talentos en la administración pública, áreas sensibles como la salud de la población, están pagando los altos costos de la inexperiencia e improvisación.
pablo.ruiz@milenio.com